Ninguna de las dos palabras me gusta: ni víctima, ni culpa. La palabra victima me parece condenatoria, algo definitivo, ubica al personaje débil, en una posición aún más débil y lo deja ahípara siempre. La palabra culpa, me gusta menos, no tiene escapatoria, es un sin futuro que acusa como un dedo índice señalando un forúnculo en la nariz.

El proceso de negociación del Estatuto Raizal avanza mientras desde La Haya llega un espaldarazo vital, en un momento en el que el Estado se retuerce entre los tiempos de la legislatura, la turbulencia electoral, y claro, el negacionismo. Para enmarcar la escena, una San Andrés con olor a pozo séptico y-ad portas de una decadente escena decembrina.

De haberse desarrollado debidamente la Ley 115 de 1994, Colombia no tendría esa figura lánguida de mano extendida acurrucada en una esquina de América implorando la esquiva “paz estable y duradera” que transita resbaladizas sendas, como en esos cuentos de hadas donde hay casas de chocolate y caminos de mermelada.

El Gran Caribe históricamente ha sido una región de disputa geopolítica internacional, y en el Caribe colombiano, el departamento archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, gracias a su posición geográfica y los intereses internacionales no han sido la excepción de esta disputa.

El agua es, con razón, tema de gran preocupación y elemento clave en la toma de decisiones sobre el futuro del Archipiélago. Es el más identificable de los factores limitantes del desarrollo insular, determinante de la capacidad de carga poblacional y turística. Pero es muy importante tener presente que no es el único y quizá ni siquiera el más crítico de dichos factores.

El 2012 fue un año profético. La pérdida territorial fue un cisma real, un síntoma de la inviabilidad del Estado, un punto de quiebre histórico y social, la más recia atizada a la hoguera identitaria en el Archipiélago, y una ruptura que se ha convertido en la evidencia de la inconsciencia continental sobre el Caribe insular, sobre el maritorio, y sobre el espíritu raizal.