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“Que todo cambie para que nada cambie”

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OSWALDO.SANCHEZTras diez días de ausencia a las aulas por el paro del magisterio el pasado jueves 7 de mayo en horas de la madrugada se logró el esperado acuerdo entre Fecode y el gobierno nacional, eso sí, traspasando la línea roja (término muy de moda por estos días de diálogo habanero) trazada por la infatigable Ministra: “Los niños en clase... y negociamos”. Respiro de alivio para las familias que ven normalizar su rutina diaria.

Los acuerdos alcanzados que versan sobre escalafón y evaluación docente, ascenso y reubicación en el escalafón, salud, nivelación salarial, bienestar, docentes en el grado 14, etnoeducadores y acuerdos varios, están consignados en un “Acta de Acuerdos” y sobre los que el gobierno, de manera unilateral, se compromete a dar respuesta.

La evaluación docente será de carácter “diagnóstico formativo”, y solo servirá para decirle al docente cuál es la deficiencia pedagógica que tiene y cómo podría corregirla. Esta evaluación la harán suspares, basados “preponderantemente” en videos relativos a su trabajo en clase que entregue el docente evaluado; de modo que convertirá en productor, director, editor, guionista y actor de su propia producción cinematográfica.

Si por alguna extraña circunstancia el docente no aprobara la evaluación, deberá tomar un curso que le permita superar la deficiencia observada, y la constancia de haberlo hecho es la prueba de que la ha superado. De ninguna manera habrá “sanción” por no aprobar la evaluación y seguramente la podrá repetir las veces que sea, aunque no se dice si es la película o el curso “remedial”. Tampoco se dice quién costeará “los cursos”.

El docente, entre tanto, estará en clase enseñando, con autoridad suficiente para decir quién sí aprendió y quién no; quién pierde o gana el año escolar. Y uno se pregunta: ¿cómo es posible que el docente no acepte para sí lo que sí le aplica a su pupilo? Cosa de los “acuerdos”, sería la respuesta. A no dudarlo, en este punto ganan los maestros y pierden los demás.

En cuanto al salario se refiere, quedó establecido que a partir del año 2014 y hasta el 2019 el Gobierno se compromete a incrementar en un 12% el salario del magisterio, de manera paulatina pero continua. También se acordó que entre los años 2020 y 2021, se hará un incremento de 4%, dos por año, en la forma que lo decida una “comisión de alto nivel”. El aumento será, entonces, del 16%, lejos del 28 que pedía los docentes y cerca al 12 que ofrecía el gobierno. A pesar de ello, el salario docente es mucho más bajo que en Chile (unos US 970) y que en Venezuela (con US 880). Adicionalmente, el gobierno se compromete a reconocer una bonificación anual a los docentes del grado 14, así como otra bonificación que se le concederá al docente al momento de su retiro.

Respecto al bienestar docente, el Gobierno Nacional aportará entre 2016 y 2018 $4.500 millones para los anuales “Juegos Deportivos del Magisterio”, más lo que se asigne para este año 2015.

El acuerdo “crea una comisión MEN - Fecode para revisar lo atinente a los salarios de los etnoeducadores con el fin de lograr la equidad en su remuneración, en equivalencia con los decretos anuales de salario”. No se entiende que el Gobierno Nacional tenga una tabla salarial diferente para ellos, contradiciendo lo ordenado por la OIT y el Código Sustantivo del Trabajo.

Por último, al final del “Acta de Acuerdos” se hallan unas “consideraciones finales” que merecen resaltarse: una hace referencia al compromiso del magisterio de “organizar el procesos de reposición de las actividades y programaciones académicas dejadas de realizar en el período del paro”, para resolver posibles conflictos “éticos, morales y profesionales de los educadores con los padres de familia, los niños y los jóvenes”; eso sí, se cuidan de no especificar el cómo se hará ese “proceso de reposición”.

Lo usual es que se tomen días que le corresponden al estudiante para el ejercicio autónomo y soberano de la utilización de su tiempo libre. Sin embargo, no faltará el “ingenio” de alguien que recurra al desarrollo de “talleres” o “guías”, trabajo personal del estudiante y que sirve únicamente para dejar por vistos contenidos que nunca se explicarán ni el estudiante podrá saber si los aprehendió  o no. No importa, el compromiso es “recuperar” los 10 días dedicados al paro.

Y en cuanto a la toma de “represalias contra el magisterio colombiano ”por el paro, se da por descontado que no la habrá, recupérese el tiempo o no, se haga bien o mal, así la Ministra de Educación haya advertido que “La jurisprudencia de la Corte es clara al señalar que no podemos cancelar sueldos por días no laborados a los funcionarios públicos, por eso las secretarías de Educación están autorizadas para hacer los descuentos de nómina correspondientes a quienes ejerzan su derecho a la huelga en horas laborales”; al final la integridad salarial de abril y mayo será una realidad.

Y se firmaron los acuerdos y se levantó el paro y uno pensaría que todo volvió a la normalidad. Pero parece que no es así: hay inconformidad con las propuestas aceptadas por Fecode para levantar el paro de maestros; se oyen voces disidentes y de rebelión contra el sindicato que los agrupa, ya que se sienten “traicionados” quienes se rigen por el Decreto 1278 de 2002, pues las bonificaciones que recibirán los docentes del Grado 14 (Decreto 2277 de 1979) solo los benefician a ellos, algo así como el 0,1% de los docentes.

Además, no falta quién se pregunte, como Fernando Londoño en “Las Dos Orillas”: ¿Y ya sabe el ministro de Hacienda de dónde sacar dinero para tanto maestro promovido?

Nosotros nos preguntamos: ¿el paro sí sirvió para mejorar el problema de la mala calidad de la educación en Colombia? De ello no se habló ni se decidió nada, de modo que el tema sigue pendiente. Además de haber “arreglado” el problema de las exigencias salariales del magisterio y de haber dejado a millones de niños sin clase por 10 días con el consabido problema para las familias, y de haberse perdido miles de millones de pesos por día, ¿para qué más habrá servido el paro?

Rabo. Tal vez algún integrante de la “Mesa de Negociación” pudiera explicar qué es basarse “preponderantemente” (sic); de igual manera, pudieran decir ¿cómo se “consensua” (sic) un Estatuto Único Docente?  ¡Por eso estamos como estamos!

 

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