“La efectividad en el proceso de aprendizaje es mucho más alta cuando se integran las nuevas tecnologías”, reconocía el MinTIC en 2018.Sin embargo, poco y nada era lo que se había avanzado en el empoderamiento de estas herramientas por parte de la Escuela, como lo desnudó la pandemia que aún nos tiene de rodillas.
Incluso, en países desarrollados no todas las escuelas las utilizaban de forma habitual y limitaban el uso de ordenadores y tabletas para la clase de informática.
En nuestro departamento, desde inicios del presente siglo, cuando se impulsó el programa ‘Computadores para Educar’, nadie, ni docentes ni autoridades se tomaron en serio los cambios que se avecinaban. Dos décadas después, mucho habría qué lamentar haber desperdiciado tal oportunidad. Iniciado el confinamiento en marzo de 2020, el Ministerio de Educación (MEN) ponía a disposición de niños, docentes y familias un banco de materiales digitales denominado: ‘Aprender Digital: contenido para todos’, el problema radicaba en que nadie estaba preparado para el manejo de tales recursos, que hasta ese momento reposaban, seguramente en armarios y anaqueles. Y no está por demás preguntar si para iniciar el próximo año escolar los docentes están preparados para su manejo real y efectivo.
Recordemos que la rutina escolar tuvo un giro de 180° y de la presencialidad se pasó en un abrir y cerrar de ojos a la virtualidad, limitando de manera dramática la interacción docente-estudiante, surgiendo tantas dificultades como de una ‘Caja de Pandora’. Una de estas dificultades fue la falta de preparación docente para el manejo de las herramientas tecnológicas que se le ofrecían y el muy escaso acceso del niño a ellas. Tal fue la crisis, que muchos docentes prefirieron dejar su trabajo y 102.880 estudiantes se retiraron entre los meses de marzo y agosto de 2020, según reconoce el MEN.
Otro problema consistió en lograr que el docente integrara la tecnología a su metodología de trabajo, cosa nada sencilla pues “Cuando un profesor lleva muchos años enseñando de la misma manera, sin el uso de las tecnologías, y además las siente como una herramienta ajena que es incapaz de controlar en su propio beneficio, se cierra ante la innovación y, por ende, impide a los alumnos acceder a la misma”, arrastrando en su caída a miles de estudiantes. Por eso es oportuno recordar las palabras de Anthony Salcito, vicepresidente de Microsoft Education: “Y en este mundo digitalizado e hiperconectado, donde la información es oro, pero no es oro todo lo que reluce, resulta imperativo que las instituciones educativas se esfuercen en preparar a los futuros líderes de acuerdo con esta nueva realidad”.
Otra dificultad fue la barrera económica ya que tener aulas con terminales y conexión de banda ancha a Internet es un gasto que pocas entidades pueden afrontar. Entonces uno se pregunta: ¿cómo es posible que un gobierno predique que “En 2018, el 100% de los niños y el 100% de los profesores de instituciones educativas públicas tendrán acceso a un terminal de cómputo”? Y a 2020 ya sabemos lo que pasó. ¿Hasta dónde estará dispuesto nuestro departamento a invertir en el tema? A decir verdad, no parece que es mucho lo que se pueda esperar en la actividad escolar, especialmente si se tiene en cuenta que, en el plan de Desarrollo Departamental (PDD), apartado 4.4.4 Política 4. Ciencia y conocimiento: Tecnología y conectividad no se tiene en cuenta su implementación en la Escuela.
Ahora bien, entre las bondades que conlleva la introducción de las TICs en la Escuela, se pueden nombrar:
-Democratización de la cultura, haciendo posible el acceso a gran cantidad de información.
-Nuevas metodologías y actualización pedagógica.
-Ayudan al niño integrarse efectivamente dentro de una sociedad cada vez más tecnificada.
-Permiten la personalización de la enseñanza adaptándose a las necesidades de cada estudiante, ayudando a reforzar los aprendizajes con imágenes, diferentes explicaciones y distintas metodologías de estudio.
-Potencian la creatividad del estudiante gracias a la infinidad de herramientas de que disponen.
Este año volverá la presencialidad en la Escuela, aunque la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) dice que tal vez no, que aún no hay condiciones sanitarias. Pero ¿volver a qué? ¿A repetir los mismos errores pedagógicos, a olvidarnos de las tecnologías de la información y alegar que son la maldición, como afirmaba Rodrigo Rojas, ideólogo de la “ley [que] pone en jaque el uso de celulares y ‘tablets’ en los colegios”?
Razón tiene César Coll, experto en psicología educacional, al pedir “redefinir el concepto de escuela innovadora, el cual hasta ahora se centraba en promover el aprendizaje de las TIC’s con el objetivo de formar a los niños en el uso de herramientas y estrategias para el tratamiento y la transmisión de la información, de modo que se enfoque en el uso de las tecnologías para aprender con la tecnología”.
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