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El pueblo de Providencia sigue dando lecciones de Dignidad

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Hasta el 15 de julio pasado, cuando se cumplieron ocho meses del paso del IOTA, continuaban las protestas en Free Town, Lazy Hill, Bottom House y 'El Caballete', contra el dilatado proceso de reconstrucción de Providencia y Santa Catalina. Solo dos casas nuevas se han construido en ocho meses de las 1.134 prometidas y unas 500 reparadas, de las 887 anunciadas.

Los bloqueos fueron levantados temporalmente, pero la pregunta que surge ahora es: ¿habrá solución de fondo a los orígenes de estas manifestaciones? 

Ni un refugio ha sido construido, ni el Hospital, ni el Colegio ni ningún Edificio Público. Tampoco la Cooperativa de Pescadores o Agricultores funciona, ni el turismo de las posadas nativas. Los pequeños hoteles reparados con mucho esfuerzo por sus propietarios, han sido ocupados por el millar de funcionarios que han llegado desde el interior a viaticar en las islas a cargo de nuestros impuestos.

Quienes desde el interior hemos vivido o visitado Old Providence en los últimos 30 años, sabemos que muy poco o nada podemos enseñar en las islas y que, al contrario, tenemos mucho que aprender o mejor, ‘desaprender’. Desafortunadamente esa actitud no la ha captado el Gobierno, quien continúa profundizando su modelo de ocupación y de despojo, poniendo en riesgo las vidas de más del 70 por ciento de los hogares isleños.

Hace diez días asistimos al Campamento por la Dignidad, instalado hoy hacen 130 días por la Federación de Pescadores de Old Providence, I-fish Association, la Asociación de Productores de Providencia, la Autoridad Raizal y la Diáspora Raizal; para presentar junto con la Clínica de Arquitectos de la Universidad de los Andes: ‘Fish, Farm and Arts’ un proyecto de la comunidad que hemos diseñado colectivamente para incentivar la cultura, la pesca ancestral, la agricultura sostenible y su sostenibilidad comercial.

También, el proyecto ‘Green and Blue’, junto con la propuesta de nominación colectiva de Old Providence y Ketlina como Patrimonio Cultural del programa ‘World Monuments Watch’ (WMW), y la propuesta del Laboratorio Experimental de Organización Socio-empresarial (LEOS) –en la que participan otras universidades como la del Atlántico y la Nacional– se presentó durante la tercera sesión de la mesa de negociación entre Gobierno y Comunidad Raizal, en la Carpa del ‘Government Hall’ en la Cooperativa de Pescadores.

Sin embargo, pareciera que la concertación para la reactivación económica, turística, cultural y pesquera de la comunidad no es del interés de los gobiernos Nacional, Departamental y Municipal, pues las sillas vacías de la Gerencia de la Reconstrucción, la Alcaldía, y la Gobernación, se convirtieron en los emblemas, del continuado bloqueo de la economía isleña desde hace ocho meses.

Incumplimientos 

Hasta la fecha, ni un solo motor o bote ha sido entregado por el Ministerio de Agricultura a los pescadores, y unos cuantos insumos para el sector agro-ecológico de las islas les han sido entregados a cuenta gotas. Sólo muy contadas posadas nativas han sido reconstruidas, con el apoyo de fundaciones privadas y el comercio permanece detenido.

Pensábamos que el Gobierno, tras sus reiteradas equivocaciones, empezaría por fin, a escuchar las innumerables propuestas que el Pueblo Raizal le viene planteando desde el 16 de noviembre de 2020 en términos de pensar colectivamente, como lo propuso la Veeduría Cívica a la siguiente semana del huracán, un verdadero Plan de Reconstrucción de Providencia desde un enfoque que combine ciencia y conocimiento ancestral para la Gestión de Riesgos y la Recuperación de la isla después del huracán IOTA.

La ausencia de una Gestión de Riesgos en el Archipiélago, que en el último informe de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), es presentado en un 0% de avance, explica por qué la misma se convirtió más en una oficina de control migratorio en las islas, usurpando el rol que la Oficina de Control, Circulación y Residencia (Occre) tiene en su mandato constitucional desde 1991.

Esta violación constitucional se suma a la cadena de errores y violaciones de derechos que ocho meses después, configuran el fracaso (reconocido a medias) del modelo de reconstrucción de Providencia.

Las viviendas ‘nuevas’

El primer error que advertimos en su momento es el proyecto de viviendas nuevas: de las 1.134 unidades anunciadas, bajo un único modelo (con variaciones de dos a tres habitaciones) en enero 5 de 2021, solo dos viviendas han sido terminadas. Se adelantan unas 16, aunque se prometen 67, con oxidadas estructuras metálicas, pésimos acabados en pisos y escaleras exteriores, acabados de cielo raso en_plysem, así como una carpintería defectuosa en puertas; y lo que parece más increíble en un territorio vulnerable a la sismicidad y a la salinidad: sin una adecuada cimentación.

A estos problemas se suman los pisos sin desnivel para las aguas, lo que ocasionará nuevas inundaciones en las zonas de servicio, donde se instalan unos minúsculos lavaderos, que reemplazan las enormes tinas tradicionales, las mismas que se utilizan como 'tináfonos', el instrumento típico isleño en las bandas tradicionales; la imagen de una de las actividades más importantes de las familias que han habitado la vivienda isleña durante generaciones.

Es tal el fracaso del programa de ‘Vivienda Nueva’, con estructura metálica de pilotes, que, frente a la lista inicial de 1.138 unidades anunciada en enero de 2020, solo se construirán 418. ¿Y las 720 casas restantes? ¿Quiénes están fuera y dentro de las listas? Pareciera que en el escenario electoral local y nacional que se avecina para 2022, este misterio será resuelto. Sin embargo, la gente sigue ahí en carpas, resistiendo y, claro está, dando lecciones de Dignidad.

En relación con las 877 viviendas a reparar, hasta ahora se han intervenido 500 (el 57%), algunas con muchísimos problemas de filtraciones de agua por tejas agrietadas, maderas de mala calidad, puertas con tableros rotos, redes eléctricas sin terminar, lavamanos sin accesorios, estructuras agrietadas y sin los adecuados reforzamientos estructurales resistentes a huracanes, pero eso sí, con sus fachadas pintadas con vistosos colores.

Aun cuando desde diciembre se le había planteado a la Gerente para la Reconstrucción, Susana Correa, diversas alternativas: la Sociedad Colombiana de Arquitectos aportó más de 30 diseños de arquitectos de todo Colombia; la Diáspora Raizal, con su conocimiento de detalles arquitectónicos anti-huracanes aportó seis; fundaciones privadas ofrecieron 100; y la Universidad Nacional, dos diseños de arquitectura típica de madera. Ninguna fue tenida en cuenta.

Problemas adicionales

Varios problemas adicionales observamos en nuestra reciente visita a la isla de Providencia: más de 600 familias continúan en carpas, entre ellas, varias con adultos mayores entre quienes se encuentra Willy B, el excepcional maestro de la música tradicional providenciana a quien le construyeron una casa de muñecas, sin consultarle su parecer respecto a un diseño que debía considerar, al menos, un espacio para enseñar su arte.

Frente al fracaso de las viviendas nuevas, algunos providencianos han pedido desesperados, ante la inminente llegada de los vientos, pasarse a la categoría de reparación, ya que se está viendo que los costos de cimentación, estructura y cisternas que conservaron tras el huracán, superan con creces las deficientes especificaciones de las estructuras metálicas de la casas nuevas, además de evitar los horrorosos tanques plásticos y canecas de basura que con letreros de la UNGRD empobrecen el todavía bello paisaje ambiental de la isla.

Esto hace que según las 'listas oficiales' (¿cuántas hay?), de las 1.138 ahora solo se prometan 910 casas nuevas, 418 en Acero T2, las 255 RP y 237 (T5) viviendas en lotes pequeños. ¿Y las 224 restantes? No aparecen en ninguna lista: simplemente desaparecieron. Las cuentas no dan. ¿Y la lista de las familias de providencianas que estaban en arriendo, entre ellas las de varios líderes raizales?

Ante la deshumanización del 'plan de deconstrucción' no existen las listas de los destechados. Las mismas que podrían aumentar a más de 700 carpas que existían antes de volar por los árboles en el último frente frío. En medio de la adversidad y el bloqueo administrativo, económico y de comunicaciones –cabe señalar que los funcionarios tienen amplias bandas anchas mientras que para la comunidad hay un intermitente internet público–, los isleños nos siguen dando nuevas lecciones.

¿Por qué hasta la fecha no han sido publicadas las listas de viviendas a intervenir, así como los criterios para su priorización? ¿Por qué no se hacen públicos los presupuestos de reparación por vivienda? ¿Por qué abuelos, menores de edad, líderes comunitarios y mujeres cabeza de hogar, no tienen una vivienda digna? ¿Por qué continúan apilándose montañas de residuos y escombros, sin un adecuado manejo y transporte para ser llevado fuera de la isla?

Una economía estancada

Para rematar, el elevado costo de vida y la especulación de los bienes de consumo, a los que no acceden los providencianos, está directamente relacionado con la alta demanda de los funcionarios de más de 160 instituciones presentes en la isla: desde noviembre, más de mil entraron con los permisos de la UNGRD, a ocupar hoteles y viviendas reparadas, sin contar los militares y los contingentes obreros de la construcción, estos últimos mal alimentados, explotados y hacinados como ellos mismos lo han denunciado, antes de ser despedidos sin paga. Hasta la Policía se tomó uno de los hoteles emblemáticos del –otrora– turístico sector de Fresh Water Bay.

Sin el turismo ecológico nacional e internacional que caracteriza a Providencia, sin la pesca ancestral, que permite proteger los ecosistemas marinos ante la expansión de la pesca industrial descontrolada que continúa arrasando el archipiélago y sin el desarrollo de su comercio local, la estancada economía isleña se reduce a la renta de algunas viviendas reparadas y los hoteles a los funcionarios públicos del interior que deben varios meses de atraso. Como resultado de una política de despojo, se mueve la compra y venta de la tierra ante la desesperación de los pobladores.

Providencia y Santa Catalina han sido un patrimonio cultural y ambiental, lo que significa un enorme desafío: el reconstruir sus bienes materiales e inmateriales de importancia cultural y espiritual. No vemos avances significativos en este campo.

El emblemático edificio de la Alcaldía, con su estructura de madera intacta, fue desmantelado, el Sena y el Colegio Junín, los espacios educativos por excelencia, permanecen ocupados por militares, y solo se han construido unas “aulas temporales”, lo que nos recuerda la estrategia de las empresas transnacionales de hidrocarburos en las zonas a despojar: lo primero es afectar las estructuras educativas para incentivar el despojo y la colonización.

A pesar de esta política de bloqueo a las islas, el Pueblo Raizal, continúa erguido y activo defendiendo su memoria y cultura, dándonos lecciones de resistencia y dignidad, con los ojos del país y el mundo puestos en él. Un Pueblo que nos invita a los colombianos y al mundo entero, a defender su dignidad, a valorarla y a respetarla.

* Arquitecta. Profesora de la Universidad Nacional de Colombia. PHD Ciencia Política

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.

 

Última actualización ( Domingo, 18 de Julio de 2021 19:26 )  

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