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Amenazada la autonomía isleña

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HAROLBUSH1El aparente estancamiento del Estatuto y la intención del Gobernador de meternos en la RAP Caribe no son un buen augurio para la mayor autonomía que se espera tener en asuntos locales y, de paso solucionarlos, aunque aún no es seguro si más autonomía lleve a más inversiones y a soluciones.

Puede ocurrir todo lo contrario y con mayor autonomía nos podrían prestar menos atención, girar menos dinero, y al haber menor control nacional sobre el gasto público, podría haber mayor despilfarro.

Pero más grave aún es que no existe en las islas una ‘conciencia colectiva’ o un plan concreto detrás de los llamados de autonomía como proyecto político-administrativo y es tal vez por esto que los grupos sociales y políticos que lo pregonan no han ‘socializado’ bien sus propuestas.

Aún no sabemos qué haría el Estatuto al respecto y el Gobernador usa supuestas aspiraciones de autonomía con la RAP como un mecanismo populista y electoral que nos dejaría más bien supeditados a la Costa en muchos aspectos.

La RAP y el Estatuto involucran, respectivamente, un mayor y menor control estatal central. Pero la asistencia del Gobernador en el lanzamiento de dicha RAP puede ser un indicio de por dónde pueda terminar este tira y afloje por mayor autonomía. Esa asistencia hizo aumentar las ganas de mayor autonomía porque es vista como un retroceso a la posibilidad de lograrlo.

Es paradójico que el principal responsable de salvaguardar la autoridad colombiana en las islas haya desatado los más fuertes sentimientos que la resquebrajan. El aumento de voces por mayor autonomía es común desde los setentas y ocurre cada vez que aumenta el control nacional sobre las islas.

Pero ahora es más delicado por el aumento mundial de las aspiraciones de autonomía y con la posibilidad de lograrlo en forma total o parcial para comunidades étnicas en sus territorios por el Convenio 169 de la OIT y normas nacionales e internacionales que lo permiten, como el artículo 310 de la Constitución colombiana. Por eso meternos en una RAP es un retroceso en los intentos de mayor autonomía.

Como un abuso de autoridad es percibida la intención de un gobernador que muchos asocian más con la Costa que con las islas, sin el visto bueno de la Asamblea, sin que la comunidad supiera y sin un debate sobre la conveniencia de ser parte de dicho esquema.

La sola idea de estar asociados más a la Costa genera rechazo, aunque sea para algo que en la práctica sólo busca unir esfuerzos de gestión, planificación y captación de recursos estatales.

Una RAP funciona para departamentos colindantes pero no si hay 719 kilómetros y mucha agua de por medio y somos dos mundos distintos y lo único relevante que nos une es una sobrepoblación inmigrante.

Las aspiraciones de autonomía o de gestión administrativa deben ser de las islas por sí solas. Ahora manejamos nuestros planes de inversión directamente con Bogotá (como el Plan Archipiélago) y deberían continuar así sin intermediarios hasta tanto haya, si se da, independencia fiscal y puedan las islas financiar su propio presupuesto.

Nada que ver con la Costa

Hay muchas razones históricas y prácticas para no querer una asociación con los Departamentos costeños, los mismos que han dejado morir de hambre a muchos niños en la Guajira y tienen a varios pueblos costeños en la pobreza absoluta por su mala gestión.

Los nexos en el pasado dejaron experiencias amargas. Al asignar recursos y cuotas de inversión en base a la población y desarrollo social, las islas estarían, como en el pasado, en desventaja porque somos pocos y a pesar de nuestros problemas tenemos mejores niveles de desarrollo que buena parte de los lugares en la Costa.

Fuimos ignorados cuando éramos parte de Bolivar; más adelante con el CONPES Costa poco sacamos; nos discriminaron dando más a los otros departamentos y nos impusieron modelos y empresas costeñas como Corelca, con nefastas consecuencias como la falta de inversión que llevó a varios años de apagones.

Quedarían además las islas al vaivén de manejos políticos y burocráticos de Departamentos costeños grandes. Los barones electorales costeños buscan cada vez más presencia en las islas porque captan votos isleños y en consecuencia financian campañas locales.

Por eso es sospechoso que lancen la RAP en época electoral y quieran usar a las islas en su batalla campal por votos. Buscan disfrazar y culpar la falta de logros y malos manejos en la ausencia de la RAP y de paso crear expectativas de algo mejor hacia el futuro pero sin garantías de que vaya a pasar.

Más que ser parte de una RAP necesitamos es que se gasten bien los dineros públicos. Cuando hay dos hospitales en crisis y aún sin agua de manera regular en todos los hogares en San Andrés, duele ver y es difícil comprender el gasto de 5 millones de dólares en un hipódromo, algo que en todo el mundo se construye con dinero del sector privado que toma el riesgo en espera de un dividendo.

También hay razones de tipo étnico que llevan al rechazo de un mayor nexo con la Costa. Para la comunidad raizal esa región ha sido una fuente de tremenda angustia y rechazo por la dislocación cultural raizal generada por el proceso de poblamiento de gente mayoritariamente de esa región que ha llevado al raizal a ser minoría en su propio territorio.

Canalizar nuestras gestiones de inversión pública a través de una RAP Caribe no solo generaría un intermediario que no convence sino que favorecería al Gobierno Nacional que es reacia a endosar las aspiraciones autónomas que se buscan en el Estatuto, que tiene pocas garantías de ser aprobaba en este gobierno, por su agonizante calendario.

En todo caso más nos convendría tener mejores nexos con nuestros hermanos raizales de Corn Islands, con quienes tenemos total afinidad histórica, cultural y lingüística pero ninguna con la Costa atlántica colombiana.

Ser parte de la RAP Caribe parece también un intento de esconder noticias sobre la deficiente gestión de una administración local que poco ha entregado, que va de crisis en crisis y parece haber perdido su rumbo

Meternos en esta organización supra-departamental es un sofisma de distracción y un intento de culpar a todos menos a ellos mismos por la falta de mejores gestiones institucionales que la misma Gobernación no ha sido capaz de lograr.

Una mayor autonomía sin justificaciones, sin un plan concreto de cómo usarlo o incluso un mapa de ruta de cómo lograrlo, y sin los controles debidos, en especial a través de más escrutinio y participación comunitaria, puede generar muchos problemas en el futuro y hacer caer como castillos de naipes los sueños e ilusiones asociados a ella.

Última actualización ( Domingo, 29 de Octubre de 2017 09:00 )  

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