¿Con que compraremos pan para el hambre de nuestro pueblo?

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“Subió Jesús a la montaña y se sentó allí con sus discípulos”. La montaña ha sido un lugar de encuentro con Dios. En el Sinaí fue donde Dios dio el decálogo al pueblo de Israel y que fue definitivo para su vida comunitaria. Jesús está en la montaña con sus discípulos, y como maestro, se sienta y enseña. Los está formando en las exigencias del seguimiento, y quiere hacerles comprender la caridad traducida en resolver el hambre de su pueblo.

“Jesús levantó los ojos y vio que acudía mucha gente”. Este es un dato muy bello. Jesús vive en medio del pueblo, y todo los signos y enseñanzas del Señor responden a la necesidad de su gente. Para todos los líderes religiosos y sociales este es un dato de mucha importancia. Deben amar al pueblo con toda el alma. Y eso se ve cuando viven con su pueblo, cuando están al servicio de su gente, y resuelven sus necesidades. Jesús, cuando ve venir al pueblo, no huye, sino que lo acoge. Esto es signo de caridad y requiere cultivar una fina sensibilidad social.

¿Con qué compraremos panes para que coman estos? “Jesús se da cuenta de que su pueblo tiene hambre y suscita la solidaridad de sus discípulos. Formula la pregunta en plural, y la solución debe ser en plural. Jesús no asume el solo la solución, implica a los discípulos y al pueblo. Felipe da una solución, comprar doscientos denarios de pan, y Andrés da un paso más y habla de acudir a la solidaridad de la gente: “Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes y dos peces”. Pero inmediatamente hacen cuentas y descubren que son insuficientes. Pero lo bueno es que los discípulos ya están inquietos. Es ahí cuando entra en acción el Señor, quien levanta los ojos y bendice los cinco panes y los dos peces, obrándose el gran milagro.

Los grandes problemas sociales solo tendrán soluciones efectivas cuando haya implicación de todos. Tenemos que cultivar el plural, el “nosotros”.

Somos un pueblo y todos implicados en los problemas y las soluciones. Cuando esperamos que todo tiene que darlo el gobierno, nos vamos acostumbrando a vivir como zánganos, y propiciamos la miseria. Cuando es solo el pueblo el que asume los problemas, posiblemente no va a poder con todo, y se nota el retraso social y el enriquecimiento injusto de los dirigentes. Cuando pueblo y gobierno ponen sus cinco panes y sus dos peces, los pueblos saldrán adelante, habrá pan y pescado para todos hasta quedar satisfechos, de lo contrario se morirán de hambre.

“Recojan los pedazos que han sobrado; que nada se pierda”. Este elemento tiene una gran actualidad y urgencia. Si logramos recoger lo que sobra de alimentos, lograríamos saciar el hambre del mundo. Si logramos recoger las cualidades de todos, también las bellas cualidades de la gente pobre, lograríamos grandes progresos.

Si logramos recoger el tiempo de tanta gente llena de conocimiento y capacidades, podríamos compartir sabiduría. Si logramos recoger el amor de todo un país por la patria, lograremos tener un país distinto y armónico, pero aquí, todos aportamos, todos damos y todos recibimos. Cuando Dios ve los cinco panes y dos peces de todos dispuestos para ser compartidos, él levanta los ojos al cielo, implora la bendición y se obran milagros sorprendentes.

* Vicario Apostólico de San Andrés y Providencia
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.