Etnoeducación

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EDNA.RUEDA02ENBHace poco entré en contacto con un término que me intrigó lo suficiente como para indagar un poco más: la Etnoeducación. Para Luis Alberto Artunduaga Marles, licenciado en Sociales y en Educación Primaria y Promoción de la Comunidad; es un proceso de recuperación, valoración, generación y apropiación de medios de vida que responde a las necesidades y características que le plantea al hombre su condición de persona.

Mientras que la estrategia esbozada por la UNICEF dice que Etnoeducación parte de los principios de autonomía, participación comunitaria, interculturalidad, diversidad lingüística, y cohesión social, fundamentada en la territorialidad. Estos principios están presentes en la educación propia, en la acción de la familia y la comunidad, en los saberes de los mayores y en los procesos de concertación entre las autoridades tradicionales y el gobierno.

Aparecen varios conceptos que sobresalen, pero entre ellos, cultura y comunidad llaman mi atención. El término Etnoeducación me sugiere una instrucción formal de las características que hasta ese momento vivían en el folklor. Pero, tendría otras preguntas: ¿acaso no siempre se tiene una Etnoeducación? Por ejemplo, la que resulta basada de una cultura que se implanta…

Para Occidente, por ejemplo, la filosofía es griega, la escritura es de izquierda a derecha, los números son arábigos, los parámetros de la ciencia se dictan hoy en Europa y América del Norte y la belleza clásica es una sola. ¿No hay siempre, entonces una cultura que se implanta y se difunde usando como medio a la educación formal?

Además de los conocimientos volubles, de los saberes cotidianos, de los mitos y las leyendas de un pueblo, existe un concepto que determinará, entre otros el arte y la relación de la mujer con su cuerpo: el concepto de lo bello.

Lo ‘bello’ cambia a través del tiempo, pero incluso en la misma época, la estética se modifica entre pueblos, ¿acaso es un concepto preestablecido, esto que consideramos bello? Un tipo de pelo, un color en los ojos, una forma de nariz. ¿Acaso hay más de una forma de ser bello? Y si lo bello vive en un espectro, cuáles son los límites, ¿cuándo algo deja de ser bello?

La estética y la belleza, solo sirven de ejemplos para extrapolar los cuestionamientos que se plantea la Etnoeducación, y claro que hay que hacer un ejercicio de empoderamiento cultural, de rescate de las tradiciones; pero a la par se disparan preguntas cuando una tradición debe ser suprimida…

¿Cuál es el mínimo común que debemos aprender todos y cuando empiezan a procurarse las diferencias? ¿La cultura se debe conservar entre sus dueños o debe ser exportada como lo hizo Europa? ¿Cuál es la estrategia más efectiva? Muchas preguntas para un término que me llegó por casualidad.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.