Más que el Día Mundial de….

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JORGE.SANCHEZ.NUEVAPara ser sincero, el pasado 22 de abril no ha sido un recordatorio para invitar a preservar el Planeta Tierra. Lejos de eso, se debe aceptar que no es más que hacer visible la fragilidad de la existencia del ser humano. El planeta, ahí seguirá en el sistema solar, sin ningún inconveniente, con o sin humanidad.

¡Ja! llegar a pensar dentro de nuestro ego que somos indispensables es la falacia más grande que alguna vez se ha ‘vendido’.

El Hijo de Dios, Adán y Eva, el Paraíso Terrenal, lejos están de lo que representa el humano de hoy. Un ser viviente, débil ante la naturaleza, lejano de convivir como una parte de la Creación, centro de todas las cosas y el fin absoluto de la creación.

El Antropocentrismo nació durante el Renacimiento de la Edad Media, ¡por favor!.

Si se dedicara unos minutos para cambiar paradigmas las cosas serían diferentes. Tan solo unas pocas palabras de la encíclica del Papa Francisco cuando de biocentrismo se trata: "Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliar”.

Agregando el Papa Francisco que "Nosotros mismos somos tierra. Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura", entre otras citas.

Más que el mencionado, tan solo es buscar un poco sobre otras culturas, incluso en tribus indígenas. En Latinoamérica, especialmente en la Amazonía, o en zonas de los Océanos Pacífico e Índico donde habitan en comunión con conservación y de asegurar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

Pero no, centrados en el consumismo desenfrenado de una sociedad frenética se observa desde arriba a quiénes serían ejemplos modélicos.

"Ni mucho que queme al santo ni poco que lo alumbre", no hay prisa por ir a los extremos.

Tan solo es observar con detenimiento que hay otras formas de vida de las cuales aprender. Salirse del discurso político económico y consumista, adoptando posturas sólidas sobre pequeños detalles de la vida cotidiana.

Cómo alimentas a tu hijo, cómo te transportas a cortas distancia, qué tanto material desechable utilizas, qué tanta agua desperdicias, qué tanto vestuario realmente necesitas, cómo y en qué inviertes tu dinero. Y, lo más importante: ¿qué tanto daño podría hacer tu actuar cotidiano?

Con sólo ser sincero contigo mismo, el cambio podría ser valedero... Y allí sí, feliz Día Mundial del Planeta.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.