El turismo que tenemos

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OSWALDO.SANCHEZEn una vieja canción de 1945 el soledeño Rafael Campo Miranda nos cuenta de su tierra: “Playa, brisa y mar/ es lo más bello de la tierra mía/ Tierra tropical/ con un ambiente lleno de alegría”. Por esa época nadie hablaba en estas islas del puerto libre, sin embargo, la canción era una premonición de lo que una década después viviría nuestro Departamento.

Para julio 2019 San Andrés era el primer destino con una ocupación del 76.97%, seguido de Bogotá, 64.45% y de Cartagena de Indias con 64.04%.Como en la vieja canción todo iba viento en popa “…con un ambiente lleno de alegría”: el crecimiento turístico del Departamento desbordaba toda predicción y los visitantes superaban la mítica barrera del millón de personas (¡$100.000 por cabeza!).

Las monedas tintineaban, las arcas crecían y los rostros de los beneficiados esbozaban una sonrisita de ‘paraíso terrenal’. Tanto era el frenesí, que la Profesora de la Escuela de Negocios, UTB, Netty Consuelo Huertas, aseguraba: “El crecimiento de esta actividad es envidiable y las proyecciones muy alentadoras”.

Pero como en la fábula de La Lechera de Esopo, las cosas estaban a punto de cambiar, ¡y de qué manera!

Todo este ‘crecimiento’ era una burbuja alimentada por los medios y sostenida por los interesados, ya que lo que se vendía no eran inversiones sino usufructo de lo que Dios nos regaló: Playa, brisa y mar. Por eso, de acuerdo con los resultados del Índice de Competitividad de Ciudades (ICC) 2020, San Andrés ocupa el puesto 21 entre las 32 ciudades más competitivas del país con un puntaje de 4,65 sobre 10, lejos de Bogotá D.C. (primer puesto 7,49) y de Barranquilla (octavo lugar con 5,84) primera de la Región Caribe.

Es difícil de entender cómo un territorio de 26 k2 aún no haya podido ser aprehendido por las mentes de los gobernantes que hubo y los que hay.

La docente Huertas asegura que “en Colombia, tan solo 168 municipios de 1.123 tienen un Plan de Desarrollo Turístico (PDT) y son más pocos los que les han incorporado criterios de sostenibilidad ambiental”.

Este PDT es definido por el Licenciado peruano Wilson Mamani Villasante como un “instrumento de gestión que contribuye a impulsar el desarrollo turístico, social y económico de una localidad”, facilitando la evaluación del potencial turístico del territorio, orientando las acciones que se deben llevar a cabo a corto, mediano y largo plazo.

¡Aquí, qué plan ni qué ocho cuartos!

¿Alguien puede dar razón del PDT de San Andrés? El Centro de Pensamiento Turístico de Colombia (CPTUR) no lo pudo incluir en su Índice de Competitividad Turística Regional de Colombia 2017 (ICTRC). ¿La razón? “Por disponibilidad de información oficial a nivel regional, los departamentos de Amazonas, Arauca, Guainía, Guaviare, Putumayo, San Andrés, Sucre, Vichada y Vaupés no pudieron ser incluidos en esta medición”, aseveran.

El que se conoce de Providencia en la web es el Proyecto de Acuerdo no. 013 de 2006, que de haber sido aprobado tendría vigencia hasta el año 2020.

El ICTRC-2019 analiza 81 municipios con vocación turística del país y Providencia y Santa Catalina ocupan el puesto 25 con 4,49 encontrándose que el 67% de los criterios evaluados están en un rango de 3,0 a 4,0; se destaca el criterio ambiental con 5,1 y la gestión del destino, 6,1. Comparando con Finlandia (Quindío), primero con 5,83, hay mucho camino por recorrer. De la Región Caribe las supera Ciénaga (5,26) y Mompox (5,12).

Ya en el Plan de Desarrollo Departamental (PDD) “Para tejer un mundo más humano y seguro” (2012 – 2015) se remarcaba que “No obstante se considera que el modelo turístico de compras se encuentra en decadencia a raíz de la apertura económica, por tanto, se hace necesario fomentar otras fuentes alternativas basadas en el potencial existente en el Departamento, tales como la cultura, el ecoturismo y el turismo náutico” (sic).

¿Qué se ha hecho al respecto? Poco o nada. Nadie quiere escuchar las pocas voces que se levantan como la del docente Germán Márquez Calle quien advirtió en este periódico que “no podemos volver a lo mismo, no podemos volver a caer el monocultivo del turismo como única base económica”, sobre todo si es turismo depredador con un comportamiento y consumo irresponsable. Como son la mayoría de nuestros visitantes, nacionales o no.

Debemos actuar rápida y mancomunadamente en el único camino posible: la sostenibilidad; falta mucho, pero vale la pena esperar un poco este nuevo comienzo mientras escuchamos: “Playa, brisa y mar/ es lo más bello de la tierra mía (…)”. ¿O tendrá razón la docente Netty Consuelo al decir: “Así las cosas, pareciera que por un lado van los deseos del turismo que necesitamos, y por otro –muy distinto– el turismo que tenemos”?

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen