La realidad es que la gente vota, en muchas circunstancias, porque ese día sale a cobrar por votar o a que lo compren para que vote. En la isla de San Andrés el domingo pasado se veía a muchos a la vera de caminos y calles listos para recibir ofertas o para proponer precio, semejante a las que vemos en Bogotá por el barrio Santa Fe y otras vecindades, en todo el país, donde andan parqueadas ejerciendo la profesión más antigua de la humanidad, la prostitución, y por muy pocos pesos.