El debate sobre la libertad de informar que, cínicamente, propone las FARC como condición para liberar al periodista francés Romeo Langlois, es superfluo. Los periodistas de Colombia lo efectuamos a diario. Cada vez que matan a un comunicador, cuando hay denuncia por injuria o calumnia contra uno de nosotros, cuando un conglomerado económico compra un periódico o una cadena radial, cuando nos toca vender pauta publicitaria al tiempo de informar.