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Tres funerales y mi mamá

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En San Andrés, un funeral, empieza mucho antes de lo que la gente se imagina, mi mamá que es una experta, podría explicarlo mejor:  Un funeral, me ha dicho, se comienza a concretar, generalmente en el final de otro, cuando sale a la luz pública la penosa enfermedad que padece un adulto mayor.

 

La noticia, inherentemente se acompaña de múltiples comentarios de pesar, y estadísticas infladas por vecinas acuciosas, que en su casuística particular conocen al menos diez casos de la misma enfermedad, con claridad en el tratamiento, el pronóstico, y la expectativa de vida.


Meses después, cuando se empiezan a mandar las emisivas del cielo para anunciarle al futuro difunto la proximidad de su viaje, acudir al hospital se hace imprescindible, hay que asegurarse que la frecuencia de las visitas se corresponda a la proximidad al paciente, es decir, no se visitará en igual número de veces a un amigo, que aun familiar, habrá que coordinar turnos, llevar comida, hacer mint- tea.


Cuando el día D, llega, los acontecimientos ocurren así: Mi tía Nohora, que tiene una local en la esquina de la 20 de Julio y la calle de la gobernación, será la primera en enterarse, se lo dirá alguien que se baja del bus, o que específicamente iba para informarle, o sencillamente lo oirá en radio. Ella se lo dirá a mi mama, y ahí es cuando empieza un funeral como yo lo conozco. Mi madre, hará su parte, primero confirmará la noticia; en San Andrés es común que alguien muera varias veces, un par de veces en la radio, otras tantas en el chisme de las señoras, y una de verdad... verdad.

Si se dice que murió en el hospital o la clínica, me preguntará ¿qué sé yo?, y si no se, que averigüe…- en su mente, ella está muy por encima de el juramento hipocrático-  si la muerte es extra institucional, llamará a un par de amigas, que en una macabra intranet, podrán establecer, hora, fecha, y detalles del deceso; entre los relatos se pueden incluir detalles de sueños premonitorios, sucesos extraordinarios o coincidencias onomásticas con otros fallecimientos.

Ahí será importante saber quien lo acompañaba, ¿era la esposa?, ¿la moza?, ¿llegaron los familiares que viven en Estados Unidos?, ¿alguien le avisá al padre Marcelino? Entonces volverá con mi tía, quien compartirá nuevamente información de último momento, a estas alturas ya debe estar fijada la fecha y la hora de funeral.

Entonces se dirigirá donde guarda su biblioteca, buscara ahí entre la extraña colección de diccionarios, un libro de tapa blanca y letras doradas lleno de himnos, abrá que llevar también abanico si está haciendo mucho calor, o la sombrilla si está lloviendo… falta un pañuelo, el pañuelo es muy importante. Seguido a esto, revisará su closet, este paso me parece sencillamente espectacular… ella se dirige hacia la parte izquierda donde guarda los grises, los negros y los blancos, sacará casi todos… y angustiada verá que ya los ha usado varias veces… “no tengo nada que ponerme, acompáñame a Portofino”…orden y ley.

Hay que llamar a mi tío, que aunque no vive en la isla hace 20 años, dará datos importantes sobre la biografía del muerto, y sobre todo, aquello que parece muy importante, su vínculo genético con nosotros, dirá algo como  “… claro, él era el primo del sobrino político de una tía de mi mamá, nosotros siempre jugábamos en el patio, me acuerdo cuando el…”  Nadie puede nunca confirmar o desmentir estas historias.

Una vez con el vestido, es imprescindible la coordinación para llegar al templo, si es familiar irá con mis tías, mas luego determinará si mi presencia es requerida –requerida, no solicitada-. Si es un amigo, el grupo puede variar…es importante llegar temprano para encontrar una silla cerca al ventilador, ojalá cerca al coro, -mis tías y mi mamá cantan con notas que no siempre son compatibles con la vida, pero esconden sus registros con el coro de la iglesia, y con las ganas de hacerlo bien-.

Una vez en la ceremonia, hay varios momentos importantes, el primero es la entrada del féretro, doloroso y solemne es un paso que eleva a todos los mortales a la calidad de celebridades, es para mí la presentación en sociedad, per se.

Los discursos son imprescindibles, desde la homilía, hasta las despedidas de familia y amigos, reflejarán la vida del difunto y su relevancia en nuestra comunidad, la calidad y el abolengo de los interlocutores es importante, pero no concluyente para definir el “éxito” de un entierro, para esto, por lo menos de acuerdo a lo que mi mamá me ha enseñado, la música es el determinante.

En esta parte, siempre me emociona ver a mi mama: en ese momento, con ojos vidriosos, buscará sus lentes, abrirá su libro blanco, regularmente alcanzará el himno en la última estrofa, examinará una vez más la mirada aprobante del director del coro, quien una vez más con un giño de saludo, pero no de aprobación melódica, acabará con la carrera musical no nata de mi madre. Años largos asistiendo a funerales, nunca han terminado con una invitación a pertenecer a la coral.

Otro punto sine qua non, son las manifestaciones de dolor, el llanto, los gritos, las contorciones en el suelo, que estremecen y contagian a todo el público, están en potestad de unos cuantos, la histeria es volátil, contagiosa y negra, muy negra.

Una vez se acompañe al féretro a su penúltima morada, porque en siete años hay que sacarlo y ponerlo en un cofrecito más pequeño, pues somos muchos y no hay mucho espacio para la muerte en el paraíso. La familia y los deudos empezarán un viaje que dura nueve noches, en los que se ora por el alma del muerto, se dejan cortinas blancas, y se distribuye comida y café, se inicia pomposo y triste pero, terminan en risas, música y recuerdos amables.

La muerte es un acontecimiento social y comunitario, un evento en donde los ritos mitigan el dolor, que se distribuye entre todos para que pese menos, por eso es importante que todos lleguen, que manifiesten con su presencia que la red sigue viva, que no estamos solos, que el que se fue, fue importante, que no pasó desapercibido. En una de esas noches, alguien mencionará la enfermedad de otro, y el ciclo se repetirá… una y otra vez.

 

Última actualización ( Sábado, 18 de Septiembre de 2010 12:48 )  

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