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elisleño.com - El diario de San Andrés y Providencia.

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La invasión leonina

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No se emocione. No es acerca de la contratación estatal de esta índole de la que voy a escribir ahora. En otra ocasión será. Es sobre la invasión del destructivo y espantoso pez león al Caribe, que ya está generando más que preocupación en la comunidad ecologista y la ciudadanía en general.

Y no es para menos. Este espécimen es un depredador de incalculable riesgo para la fauna marina, tanto que con el tiempo podría, inclusive, dañar la pesca artesanal ya que principalmente caza langostas, mariscos, crustáceos, y pequeños peces. Se dice que puede devorar 40 de ellos en una hora. ¡Imagínense! A ese ritmo no es aventurado creer que en pocos años, sí, además, la población del mismo se multiplica, las escasas reservas de especies marinas con las que se alimenta la población de San Andrés, Providencia, y Santa Catalina se vería irremediablemente agotada. Y que pensar del peligro que representa también para los turistas, pues si alguien llegare a pisar o tropezar un ejemplar de estos, el veneno que expele a través de sus largas espinas le podría causar hasta la muerte.

El pez león prefiere esconderse en los arrecifes coralinos. Y nuestro archipiélago, es un hábitat propicio. Por lo tanto, es fácil deducir que se no irá de donde se establece si no lo echan. Esto lo hace pellizcar a uno en el sentido de que es urgente diseñar y poner en marcha un plan para controlarlo y no darle oportunidad de que su invasión llegue a dar al traste con el equilibrio marino y el futuro del mismo. Es hora, entonces, de que Coralina, y las demás autoridades ambientales de carácter nacional y local, actúen y dediquen esfuerzos adecuados dirigidos a contrarrestar la presencia de este pez en nuestras aguas. ¿Qué están haciendo al respecto? Pregunto. Especialmente, en la tarea de crear conciencia ciudadana sobre su real peligro y modo de atacarlo. En México, por ejemplo, ya están actuando y han empezado a ofrecer una recompensa económica (50 dólares) a los pescadores que capturen un pez león vivo o muerto.

 

No sé si sea posible encontrar un depredador natural de igual proporción ecológica para neutralizarlo, o evaluar la posibilidad de adquirir su carne para servirla en los restaurantes pues ya se ha comprobado que es apta para el consumo humano. O aliarse con otros países del área que poseen el mismo problema para crear juntos o complementar estrategias en su contra. En fin, es posible que haya mil maneras de combatir a este espécimen dañino, pero si no las adoptamos y las ponemos en práctica, pronto, y no las difundimos debidamente al público, el pez león puede causarnos en poco tiempo una gran devastación ecológica en los corales de nuestras ínsulas. Que dicho sea de paso son, quizá, los de mayor fragilidad frente a otros sistemas coralinos del Caribe.

Así que, es hora de abandonar la discusión acerca de cómo fue que llegó a parar a nuestros arrecifes y actuar. Hay que deshacerse de él, no hay de otra. Establecer medidas de control que lo mantenga en proporciones manejables, de tal manera que no vaya a poner aprieto, más tarde, al ecosistema insular.

COLETILLA: “Si haces lo que no debes, deberás sufrir lo que no mereces”.

Benjamin Franklin.

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Última actualización ( Sábado, 18 de Septiembre de 2010 12:46 )  

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