Da tristeza saber que la naturaleza virgen que aun tiene la paradisiaca isla de Providencia no escapa de las fauces del mal entendido “desarrollo” cuando se pretende unir mediante una carretera pavimentada a la playa de Almond Tree Beach (o Allan Bay) con la circunvalar.
Lugar donde la madre natura aun retoza libre, feliz y sin ningún rubor dando albergue a especies forestales como los frondosos árboles de almendro (que hacen honor a su nombre), aves de distintas clases y donde en su entorno marino aún se avistan tortugas, que han sido víctimas de persecución en las playas de Suroeste y Manzanillo, que en sus tiempos de esplendor fueronsitios predilectos para el desove de estas misteriosas criaturas.
Y es que en su afán de rendirle culto al cemento, las últimas administraciones se han ensañado con este atractivo turístico en estado de pureza, impactando negativamente su belleza natural, cuando hay otras necesidades que requieren solución inmediata, como la terminación de algunos tramos de la carretera circunvalar; la reconstrucción del teatro que nunca funcionó por oscuros intereses; el eterno problema del vital servicio de agua potable; la inseguridad que golpea tanto a turistas como a residentes…
Esta bella playita que se había mantenido lejos de la contaminación de los pick ups, las ruidosas motos, los kioskos, terminará cediendo al influjo de las desagradables basuras que afearan sus playas vírgenes e invadirán sus prístinas aguas afectando la especies marinas.
Este lugar se constituyó por mucho tiempo en un refugio para turistas y residentes amantes del silencio, la contemplación y la inspiración de artistas y escritores como nuestro amigo René Rebetez quien seguramente se estará revolcando de ira y tristeza en el mas allá por este ofensivo esperpento.
Por ahora solo nos queda implorar a la Pachamama que a la vuelta de algunos años no se le ocurra a ningún ávido mandatario la desastrosa idea de pavimentar la subida al Peak, o lo que sería peor intervenir de la misma manera a Crab Cay o los cayos Three Brothers
A Providencia se le percibía como a una linda doncella pero ahora se advierte en su rostro el rubor de la vergüenza. Ojala que Coralina y otros estamentos puedan dar reversa a este despropósito.