El Día Nacional de la Biodiversidad se conmemora cada 11 de septiembre para recordar al llamado “sabio” José Celestino Mutis, quien murió un día como hoy pero en 1808, dejando una significativa colección de plantas, base para el inventario nacional de diversidad.
Pero, ¿y qué es la biodiversidad? Según el Instituto Humboldt, se trata de la diversidad de la vida en el mundo entero, compuesta de millones de especies biológicas, producto de cientos de miles de años de evolución.
Son variados los ecosistemas que albergan esta riqueza natural, entre ellos los manglares, que desempeñan un papel crucial puesto que protegen las costas de las mareas y los vientos huracanados, sostienen los modos de vida económica de las comunidades locales, y albergan una diversidad natural única, sirviendo de resguardo para especies en estado juvenil, de peces, moluscos, crustáceos, reptiles y otros organismos.
Por lo anterior, en el Archipiélago este medio marino-terrestre juega un rol esencial y por eso ha acaparado la atención de investigadores y estudiosos en la materia. Tal es el caso del proyecto de ‘Restauración de manglares como solución basada en la naturaleza en reservas de biosfera de América Latina’ (MangRes): una iniciativa que comenzó en 2022, con el propósito de fortalecer la resiliencia de comunidades costeras e insulares frente al cambio climático, a través de la restauración comunitaria de manglares en reservas de biosfera reconocidas por la Unesco.
Así, MangRes lidera iniciativas en siete reservas actualmente: Guanahacabibes (Cuba), Macizo del Cajas (Ecuador), Jiquilisco-Xirihualtique (El Salvador), La Encrucijada (México), Darién (Panamá), Noroeste Amotapes Manglares (Perú) y Seaflower (Colombia).
‘Salacunas’ enraizadas
Con motivo de su tercer aniversario, y por la entrada en operación de su segunda fase, del 21 al 25 de julio se realizó en Guayaquil (Ecuador) el encuentro anual regional del proyecto.
A este acudió Gloria Murcia, bióloga de la Subdirección de Mares y Costas de la Corporación Ambiental Coralina, quien describió dicha experiencia como “algo bastante significativo”; y explicó por qué es tan importante esta acción que se viene adelantando en favor de los manglares, favoreciendo uno de los servicios ecosistémicos más especiales que presta: ser un espacio protector para cientos de juveniles.
La profesional destacó que a diferencia de las acciones de reforestación convencional, que suelen centrarse en sembrar plántulas de especies seleccionadas para recuperar la cobertura forestal, MangRes se basa en la restauración con un enfoque más holístico, buscando recuperar la estructura, función y biodiversidad de los ecosistemas degradados; en este caso, los manglares.
De hecho, asegura que con este trabajo tiende a mejorar el porcentaje de diversidad de fauna y vegetación asociada al manglar, para conservar ese ciclo de vida que transcurre entre sus raíces, ancladas entre agua dulce y salada.
“Allí ocurre un ciclo muy lindo porque, por lo general, los peces hembra van hasta allá y desovan cerca a las raíces del mangle. Luego, al nacer, los pececitos están ahí alimentándose, ya que el manglar es muy productivo por la cantidad de hojarasca y nutrientes que le llegan. Además, los juveniles también se protegen allí para que no se los coman otros peces más grandes, después pasan a los pastos marinos y finalmente a la zona de corales; como en el caso de los peces loro: especie fundamental para garantizar la salud de los arrecifes y esencial para que tengamos arena blanca en nuestras playas”, detalló la funcionaria.
Fauna y flora asociadas
Otros peces que también encuentran resguardo en el manglar, son muchos de los que tienen interés comercial para los pescadores artesanales de las islas; por ejemplo, los pargos, meros y sardinas. De igual forma, crustáceos como la langosta espinosa.
Murcia también se refirió a la flora asociada al ecosistema de manglar, lo que enriquece el inventario de diversidad de la Reserva de Biosfera Seaflower; una razón más para robustecer los planes de conservación de estas áreas. Algunas de las especies estudiadas por ella, en el Parque Regional de Manglar ‘Old Point’ (en una época distinta a la existencia de MangRes) son: Bontia daphnoides (Myoporaceae), Canella winterana (Canellaceae), Eustoma exaltatum (Gentianaceae), Rhabdadenia biflora (Apocynaceae) y Selenicereus grandiflorus (Cactaceae)
“Somos ricos en diversidad y esa zona de manglar es muy importante y estratégica, pero la gente a veces no entiende ese tesoro que tenemos entre los manglares, que pueden ser de borde o internos. De hecho, los de Sound Bay, Smith Channel y Salt Creek son de interior, es decir, no tienen contacto directo con el mar, pero albergan también gran cantidad de fauna. Uno no lo cree, pero hay peces ahí”, resaltó la profesional.
Para el caso de Providencia, los manglares intervenidos son en Jones Point y en Santa Catalina, ambos en el borde costero; donde la entrada de peces y otros animales es mucho más contínua.
El trabajo continúa
Como se comentó al principio, MangRes ya está sobre su segunda fase, etapa en la que el Archipiélago recibirá a un grupo de expertos extranjeros, para dar su opinión de cómo va cada proyecto.
“Ahora estamos en asesoría con dos expertos que son de México, hasta ahora, las personas que más saben de restauración en Latinoamérica. Luego ellos van a venir acá para ver si estamos desarrollando bien la estrategia, evaluar cómo va el proceso y para que nos den las recomendaciones del caso”, puntualizó.
De esta manera, la Reserva de Biosfera Seaflower sigue configurándose como un tesoro biodiverso, generando ciencia desde adentro, en pro de la conservación de su flora y su fauna.
(En la foto superior, una medusa Cassiopea. Foto: Janeth Raga)
