A propósito de una imagen que inundó las redes sociales en la que una practicante de buceo con equipo profesional atrapa un pez globo que se ha inflado como mecanismo de defensa. Vale_–aquí sí la pena– anotar que esta acción puede ser causante de la muerte de la criatura.
Veamos entonces que, por definición, asesinar es el acto de "matar a alguien con alevosía, ensañamiento o por una recompensa."
Partiendo de este supuesto y saliendo de la posición antropocentrista, en la cuál el humano es eje casi exclusivo y escala de medida de nuestros actos, imaginemos el siguiente ‘espectáculo’.
Se te acerca una mole de 28 veces tu tamaño y 350 veces tu peso corporal y con una rápida maniobra logra atraparte. Imagínate tu ritmo cardíaco, la hiperventilación, imagínate tú mismo buscando cómo salir de ésta situación.
Imagínate ser sacudido con vigor y una vez que tú adoptas una posición de defensa, te hacen una fotografía. Pobre de tí, buscarás la forma de esconderte donde te puedas cambiar de pantalón lo más raudo posible.
Esa es la escena, tú eres un pez globo y el divertido fotógrafo un profesional del buceo recreativo en la paradisíaca isla de San Andrés, capital del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, Reserva de la Biosfera Seaflower.
Qué más da, si por igual está la estrella de mar de tu vecindario, el erizo, la raya americana y cuánto bicho raro se atraviesa frente a la lente. Lucirás en la fachada de algún local donde muchos más querrán ser protagonistas.
Serás famoso, tu imagen será portada en redes sociales, donde muchos corazoncitos rojos adornarán la publicación. Caritas sonrientes y, una que otra roja de la ira.
Si sobrevives…
El esfuerzo realizado para salir de esta situación ha sido ‘monstruoso’ literalmente. Tu sistema respiratorio tuvo que bombear volúmenes de aire en cantidades poco usuales. Tu corazón, querido Pez Globo, trabajó a ritmo de emergencia nunca sospechado, pobre de ti, el agotamiento físico y emocional ha ido demasiado lejos.
Mientras tanto, el operador local ostenta un RNT, una dirección de correo electrónico, número de WhatsApp donde hacer reservas y el profesional del buceo un número de licencia que lo habilita para seguir haciendo de las suyas.
Quienes nunca verán tu imagen, inflado hasta más poder, lleno de pánico, de ojos desorbitados estarán sentados frente la computadora en la oficina de la Superintendencia de Industria y Comercio esperando que alguien formule una denuncia.
Mientras tanto, científicos del ente ambiental, emiten regulaciones de protección de la vida marina basados en un sinnúmero de estudios que tú, estimado amigo pez, nunca leerás.
Si fueses humano, debajo del R.I.P de tu tumba estarían las palabras: "Aquí yace un héroe víctima de la brutalidad reinante".
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N de la R: Publicada por primera vez el 18/03/23
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.