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Los fantasmas del océano, habitantes ocultos del mar

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Bajo la vasta extensión de las olas, el océano esconde un mundo lleno de misterios y vida que rara vez percibimos. Muchas de las criaturas que lo habitan permanecen invisibles a nuestros ojos, ya sea por su habilidad para camuflarse, su tamaño diminuto o los entornos profundos y oscuros donde viven.

Desde criaturas translúcidas que flotan como espectros hasta depredadores miméticos que desaparecen en su entorno, estos “fantasmas del océano” desempeñan roles fundamentales en la biodiversidad del planeta, recordándonos que lo esencial es muchas veces invisible a simple vista.

Una de las principales características de los fantasmas del océano es la translucidez, ya que les permite pasar desapercibidos en su entorno. Especies como las anguilas de cristal (Leptocephalus spp.), por ejemplo, son completamente transparentes durante su etapa larval, lo que las hace casi imposibles de detectar por los depredadores. De manera similar, los calamares de cristal (Cranchiidae) utilizan sus cuerpos translúcidos para confundirse con la luz que penetra en las aguas, mientras que las medusas peine (Ctenophora), con su apariencia espectral, reflejan brillos iridiscentes que desorientan a posibles amenazas. Mientras tanto en las profundidades las salpas, organismos gelatinosos que forman largas cadenas translúcidas, flotan a la deriva mientras filtran el agua. Estas criaturas, aunque frágiles y casi invisibles, capturan carbono de la superficie y lo transportan hacia el fondo marino, desempeñando un papel crucial en la regulación del clima global.

Las criaturas microscópicas en cambio, pasan desapercibidas no por su transparencia sino por su minúsculo tamaño, pero son los verdaderos pilares de los océanos. El plancton, una comunidad formada por fitoplancton y zooplancton, es quizás el mejor ejemplo. El fitoplancton, responsable de producir más del 50% del oxígeno del mundo, flota cerca de la superficie del agua y es la base de la red alimenticia marina. Por su parte, el zooplancton, que incluye larvas de peces, crustáceos y otros organismos diminutos, es crucial para la alimentación de especies mayores.

Además del plancton, los foraminíferos, organismos unicelulares con conchas calcáreas, juegan un papel vital en el ciclo del carbono, mientras que los larváceos, pequeños organismos gelatinosos, crean redes de moco para filtrar partículas de alimento, limpiando el agua a su paso. Sin estas diminutas criaturas invisibles, la biodiversidad marina no podría sostenerse.

Maestros del camuflaje

El camuflaje es una de las estrategias más sorprendentes de los fantasmas del océano. Los cangrejos fantasmas (Ocypode quadrata), por ejemplo, se mimetizan perfectamente con la arena de las playas, desapareciendo durante el día para evitar a sus depredadores y emergiendo al anochecer para alimentarse de restos orgánicos. En los arrecifes, los caballitos de mar pigmeos (Hippocampus bargibanti) se camuflan entre las gorgonias, imitando tanto su textura como su color, lo que los hace prácticamente indetectables incluso para el ojo entrenado.

Otros expertos en el arte de desaparecer son el pez hoja (Taenianotus triacanthus), que se balancea con la corriente imitando a una hoja flotante, y el pulpo mimético (Thaumoctopus mimicus), que puede transformarse no solo en color y textura, sino también en forma, imitando animales peligrosos como peces león o serpientes marinas para intimidar a sus enemigos.

En los fondos arenosos, el camuflaje alcanza otro nivel. Lejos de ser desiertos submarinos, estos sustratos están llenos de vida oculta. Los gusanos tubícolas construyen refugios en forma de tubos donde se protegen mientras reciclan nutrientes y oxigenan los sedimentos. Los pepinos de mar (Holothuroidea), al ingerir arena y materia orgánica, limpian el fondo marino, mientras que los erizos corazón (Echinocardium cordatum) excavan túneles que mantienen el sedimento aireado. Estas criaturas son fundamentales para mantener los fondos marinos saludables y llenos de vida.

En las zonas abisales, donde la luz no llega, habitan los fantasmas más misteriosos del océano. El pez diablo negro (Melanocetus johnsonii), por ejemplo, utiliza un señuelo bioluminiscente en su frente para atraer presas en la oscuridad absoluta. Otro habitante fascinante es el dragón negro del Pacífico (Idiacanthus antrostomus), que emite luces en su cuerpo para confundir tanto a depredadores como a presas.

El calamar espeluznante (Magnapinna spp.), con sus largos tentáculos que cuelgan como filamentos, parece un espectro flotando en la oscuridad. Estas criaturas, observadas solo en contadas ocasiones, son un recordatorio de cuánto desconocemos sobre las profundidades del océano y los secretos que aún guarda.

Proteger a los habitantes invisibles

Los "fantasmas del océano" no solo son fascinantes, sino esenciales para la salud del planeta. Sin embargo, enfrentan amenazas constantes debido al cambio climático, la contaminación y la destrucción de hábitats como los arrecifes coralinos, las praderas submarinas y los fondos arenosos. Muchas de estas especies pasan desapercibidas en los esfuerzos de conservación, a pesar de ser fundamentales para la biodiversidad marina. Proteger a estos habitantes ocultos es garantizar la salud de los océanos y, en consecuencia, la nuestra. Estas criaturas, aunque escondidas a simple vista, nos enseñan que lo invisible puede ser esencial y que la vida, en todas sus formas, merece ser valorada y protegida.

 

 

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