De las que inician con había una vez y no había una vez, pero también las que inician con hubo un tiempo en que… En la Feria Internacional del Libro de San Andrés (FILSAI) llueven a cántaros las historias y uno no necesita paragua. Escuchar una historia o verla emerger juguetona en pinturas o murales hace que uno espabile ante la vida.
En uno de los conversatorios desarrollados en el marco de la feria internacional del libro los artistas raizales Philip Hudgson Dorrel y Carl Hudson, y la artista de nacionalidad brasilera, Aurea de Oliveira, hablaron de su experiencia con los colores, con la materialidad, el territorio, el cuerpo. Encontrarse con su obra en galerías que de hecho no las hay en San Andrés, hace que lo que ocurre a nivel inconsciente se vuelva escurridizo obligándome a sacar el lápiz para garabatear eso que no entiendo.
Las historias han viajado en botellas en el mar para ser contadas en la FILSAI. Otras han sido exhumadas siguiendo el mismo tiempo que necesita el 'Horse Jaw Bone' antes de convertirse en un instrumento de percusión. En la feria artistas escritores, pintores, fotógrafos, músicos se encuentran en dos tiempos.
Quienes han asistido a los diferentes eventos de FILSAI ya sea en la carpa literaria, en los auditorios o en la sala de Memorias Orales del Banco de la República, se han llevado con ellos los relatos. En el recorrido a la casa los van contando a su modo, van añadiendo algo de ellos.
Llovió. Un sistema de baja presión dibujó una aureola alrededor de la luna la noche anterior a un aguacero que limpió la tierra para que las historias siguieran emergiendo sin resabios durante la feria en la isla. El agua tiene el poder de la purificación. Unir. Ese es el poder de los encuentros en comunidad.
¿Cómo es escribir desde el Caribe? ¿Qué historias viajan entre las islas? el mar todo lo recuerda quizá por ello el mensaje en la botella de Rampersad se encontró con la escritora Claudine Bancelin.
Este año el país invitado fue Trinidad y Tobago dando paso a otros interrogantes alrededor de la relación entre las islas del Caribe. Los libros escritos en creole, en patuá u otras lenguas como pueden circular para ser leídos y con ello devolverle al mar su propia memoria.
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.