En el marco de la Filsai 2024, se llevó a cabo el cautivador conversatorio titulado "San Andrés, Providencia y Santa Catalina a través del relato histórico". Este encuentro reunió a escritores e historiadores, quienes compartieron sus experiencias y reflexiones sobre la rica herencia cultural de San Andrés y sus islas vecinas.
El encuentro sirvió como uno más de los platos fuertes de esta andanada literaria, artística y de memoria que por estos días vivimos en el Archipiélago. No se trató de una charla sobre la historia, fue un viaje al pasado y reconocimiento de las luchas, consignas y grandes personajes que han moldeado el devenir de una insularidad que cada vez nos recuerda su valía.
Keisha Howard, Edna Rueda, Ignacio Barrera, Humberto Castañeda y Martín Pomare, coincidieron bajo la moderación de Guillermo Rodríguez en un espacio donde las reminiscencias de antaño encontraron nuevas miradas, posturas y formas de entender la raizalidad.
Durante el evento, se exploraron temas como la identidad, la tradición y el impacto de la historia en la vida cotidiana de los habitantes del archipiélago. Los ponentes destacaron la importancia de preservar las narrativas orales y escritas que han sido transmitidas de generación en generación, enfatizando cómo estas historias moldean la cultura y el sentido de pertenencia.
Se configuró, además, una conversación en torno a las islas como un lugar de ficciones donde lo más inverosímil toma validez y en el que es posible pensar que el Cañón de Morgan destrozaba galeones enemigos en un territorio que también tiene la convicción de que es posible desviar huracanes por medio de la fe.
Del mismo modo, surgieron discusiones sobre cómo el proceso de memoria está permeado por nuestro lenguaje y como ello determina la visión que tenemos sobre el mundo y la relación con el universo.
Lo anterior recuerda a textos de Nietzsche que hablaban de la verdad y por consiguiente de la historia, como convenciones momentáneas establecidas por la comunicación, que nos acerca y aleja de la realidad de las cosas, porque a fin de cuentas nombrar a un objeto como mesa, es un proceso arbitrario y humano.
Preservación de la cultura
También, emergieron temáticas alrededor de impulsar la lengua nativa como mecanismo de preservación de la cultura. Planteaban los panelistas que cuando se visita un territorio extranjero, es el recién llegado quien se adapta a la identidad del territorio y no al contrario. Esto sin duda, según los contertulios, no pasó en el departamento, donde se generó una suerte de desescalonamiento de las cosmogonías del Archipiélago ante los flujos migratorios.
Los asistentes participaron activamente, compartiendo sus propios relatos y recuerdos, lo que creó un ambiente de camaradería y reflexión. La conversación se enriqueció con anécdotas sobre la vida en las islas, sus tradiciones y desafíos contemporáneos, ofreciendo una mirada profunda y personal sobre la identidad insular.
“Desarrollamos este conversatorio con redactores e historiadores de las islas que han escrito sobre nuestras memorias, teniendo muy presente los relatos de los ancianos y no quedándose con las versiones oficiales”, dijo Keisha Howard, docente, escritora y gestora cultural.
También contó que acentuaron la importancia de la oralidad, el aporte de los mayores, las diferentes perspectivas y ángulos que pueden surgir a partir de las fechas en que se conmemora, por ejemplo, un momento significativo.
“Fue una conversación amena en donde se exploró tanto la postura de las mujeres, ancianos, raizales y relatos que tienen que ver con el mar, los patios y demás”, concluyó.
Igualmente, surgieron dentro del diálogo, las diferencias entre los raizales que crecieron en San Luis, La Loma y North End, entre los que también se dibujan puntos comunes que como hilos invisibles unen a los habitantes del territorio.
“En la exposición que presentamos se introdujo una pregunta fundamental entorno a la incidencia del lenguaje en los procesos de memoria, en especial para entender que las palabras que utilizamos para narrar el mundo tienen un horizonte que prefigura la manera de entenderlo”, dijo a su vez Guillermo Rodríguez, psicólogo y moderador del conversatorio.
Es la pretérita reflexión sobre poder narrar la memoria en la lengua nativa frente a otras oralidades, en este caso, el castellano. “Tenemos que entender, al fin de cuentas, la necesidad de narrar nuestra memoria en una lengua que se parezca al color de nuestra alma”, puntualizó el profesional.