Desde los territorios se están escuchando cada vez más voces clamando por establecer regiones descentralizadas y autónomas, capaces de trazar su propio destino. No se trata de fraccionar el país, sino todo lo contrario, volverlo más justo y equitativo, menos centralista y con mayores posibilidades de lograr desarrollo sostenible.
Esa voz ha sido reiterativa, aunque no permanente en el Caribe colombiano desde la Liga Costeña de 1919, pero ya en la Colonia desde Cartagena tuvo fuerza de oposición al mandato santafereño que no tenía como fundamento inspirador al mar sino las montañas.
Esas manifestaciones de descontento y aspiraciones necesitan oxigenarse, convertirse en narrativas y liderazgos que contribuyan a jalonar los procesos de conveniencia para construir una nueva realidad regional en el territorio Caribe.
Buscando esos horizontes acaba de concluir en formato digital el Diplomado Escuela de Liderazgo para el Desarrollo y la Autonomía Regional del Caribe Colombiano, con el respaldo de Colombia Líder, Fundación Konrad Adenhauer, USAID, Fundación Universitaria los Libertadores, Centro de Pensamiento Casaloma, AGD, y DIME. Estos dos últimos son consultores que han desarrollado trabajo con organizaciones de base impulsando la Cátedra Caribe y el desarrollo de una Escuela de Liderazgo pro Autonomía Regional en el Caribe colombiano.
Los docentes fueron Moisés Pineda Salazar, Álvaro Lastra, Elvia Mejía, Ana González Rubio, Tomás Rodríguez, Fady Ortiz; los conferencistas Germán Bula, Álvaro Mercado Suárez, Amilkar Acosta, Eduardo Verano y Gersel Pérez, y los panelistas: Marco Tulio González, Raimundo Alvarado y Eduardo García Martínez. El diplomado tuvo diversos modelos de presentación, de acuerdo con el perfil y recorrido de los expositores, ofreciéndose conferencias especiales por parte de exministros de Estado como Bula, Acosta y Verano, y otras por parte de académicos y activistas.
Este diplomado refrescó la memoria de aproximadamente 400 personas interesadas en temas del Caribe, y agregó nuevos y versados conocimientos para comprender mejor nuestra controvertida realidad. Aun así, es preciso ir más allá, convertir el tema regional en una reflexión diaria, permanente y extendida al mayor número de actores en ciudades, pueblos y campos de nuestro territorio. Solo así será posible enraizarlo, meterlo en el alma de la gente, hacerlo indispensable para que sea orgullo y no se extravíe de nuevo en el tedio o los intereses mezquinos de la politiquería y la estrechez de las individualidades.
Por deferencia de los responsables del diplomado tocará al autor de esta columna llevar la palabra en representación de los alumnos en la ceremonia de cierre de este refrescante ejercicio académico, el próximo 25 de julio en Barranquilla. ¡Agradecimientos!
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.
