'One Anancy Story' es una iniciativa de la Fundación Green Moon, que por séptimo año consecutivo viene desarrollando una serie de talleres de escritura creativa para desarrollar, fomentar e incentivar la práctica del creole, el castellano y el inglés en los niños y jóvenes de sectores tradicionales de la isla.
Sedney Suárez Gordon uno de los talleristas y líder del programa, explicó que este surgió de la preocupación comunitaria latente en San Andrés por la falta de espacios precisamente para que la lengua y las expresiones y creaciones literarias sean protagonistas.
"Estos talleres son para que los niños puedan hacer otro tipo de actividades, como escribir, leer y hacer creaciones artísticas que vayan de la mano con lo que les pasa en sus vidas y dentro sus comunidades... El énfasis principal es en lo multilingüe, en el sentido que los muchachos de sectores como San Luis, Barrack y la Loma tienen se les presentan textos en creole, inglés y español, permitiendo que puedan desarrollar sus habilidades en las tres lenguas", comentó Suárez.
Además, el docente señaló la importancia del Jardín Botánico, como un espacio donde los jóvenes puedan reflexionar sobre las diferentes bondades del ecosistema en el cual ellos viven: "como el nombre lo dice 'One Anancy Story', es una historia donde estas tres comunidades de la isla buscan espacios que puedan resistir y encontrar formas de narrar su realidad y lo hechos relevantes que les suceden".
Complemento artístico
Para la edición de este año, Linda Montoya, tutora en artes plásticas, con maestría en educación inclusiva e intercultural de Barranquilla, se ha sumado a este proyecto para desarrollar un eje artístico con el cual buscan ahondar en las capacidades creativas de los niños y estimular las diferentes facultades que tengan.
"La apuesta fue involucrar las artes plásticas en este espacio que ha sido de lectura, literatura y escritura creativa, y la idea es fortalecer este proceso, que sea una alternativa para la comprensión. Pero también fortalecer la imaginación", explicó Montoya.
A saber, los niños vincularon actividades como el dibujo y manualidades para contar historias. Según comentó la docente, para ciertos niños les es más fácil el desarrollo de la parte plástica y de la imágen. En este sentido, la idea es fortalecer, uniendo los diferentes saberes creativos (artes, lectura, escritura). "Es un complemento, lo que leyeron los vuelven imágen, pensando en cómo se imaginan precisamente esos elementos o personajes de las historias", agregó.
Positivo balance
A pesar de las lluvias que han caído durante estos días, para los docentes el balance y respuesta de los jóvenes ha sido muy positivo:
"Demuestran que cuando entidades como el Green Moon, la Universidad Nacional, el Ministerio de Cultura, entre otras, apoyan, pueden articularse para crear espacios dignos para los niños... Han sido más de 50 niños de edades desde las seis hasta los 13 años, que quieren estudiar, leer, escribir y tener espacios de creación que les permitan desarrollar sus habilidades", comentó Suárez.
De igual manera, Montoya expresó que los niños estuvieron motivados desde las artes plásticas para contar sus historias. "Encontré una diversidad de personalidades y pienso que el hecho de que seamos varios facilitadores ayuda al proceso, porque algunos son más de hablar, otros de escribir y otros de dibujar”.
Una diversidad de perfiles que enriquece cada momento y ayuda a mantener viva la llama fundacional del Green Moon Festival de 1987: “Un abrazo fraternal en forma de raza y cultura”.