Antes de iniciar psicoterapia habló con sus padres y les dijo que le dolía. Le preguntaron ¿dónde? Se tocó el centro del pecho y dijo el corazón. Los malestares que se transitan pueden ser abrumadores, demasiados oscuros o profundos, demasiado para acogerlos con las palabras, demasiado para mirarlos de frente, demasiado para sostenerlos con las manos frías y temblorosas.
La tristeza, la ansiedad, el miedo son emociones que pueden llevar a disociarse. Disociarse es sentirse separado de uno mismo por ello está bien -venido los espacios y momentos que posibiliten juntarse. También puede doler la vida entera.
Entre 2022- 2023 acompañé a adolescentes y jóvenes hospitalizados en una unidad de salud mental de un hospital universitario en la ciudad de Cali. Me mostraron que les duele distinto transitar ser adolescente y joven. Señalaron las cicatrices que ensanchan el dolor cuando no se tiene a quien mostrarle donde duele…
Cuando duele el corazón la mente se inunda de preguntas. Se llena de ¿por qué? El corazón duele ante la pérdida. El corazón duele cuando recuerda…
Hoy preocupa que duela, por ello más personas se sumergen en largas jornadas de actividades que llevan a fatigar el cuerpo y a entretener o a inundar la mente con información. No demorarse en el sentir. No ritualizar el sentir. Se desea estabilizar la vida de forma rápida. Es mal visto estar en la cama todo el día sosteniendo el malestar acurrucado entre cobijas, tomar tiempos largos para estar a solas, dejar de salir con amigos, tomar un tiempo, llorar…
Decir que duele permite transitar acompañado. Permite ser sincero sobre todo con uno mismo. Permite reconocer que ahora duele y que atiendo con gentileza el malestar. Posibilita transitar los días sin agonía. Es hacer las cosas cotidianas sin esperar que el día se disuelva. Es también sentir que duele y que ahora no sé qué hacer con esto que duele. Más que sentir.
Ritualizar para juntarse. Según el mito de Aristófanes el hombre era originariamente un ser esférico con dos rostros y cuatro piernas. Como era demasiado arrogante Zeus lo partió en dos mitades para debilitarlo. Desde entonces el hombre añora su otra mitad, una totalidad que lo sane y lo salve. Juntarse con los otros para remendar los corazones rotos e incendiados. Juntarse para sanar y salvarse del abismo que puede llamarse depresión o ansiedad. O que puede llamarse solo transitar la vida…
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.