A pesar de ser el departamento de menor dimensión en tierra firme, el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, aporta un enriquecimiento invaluable, tangible e intangible, cuya cuantificación en valores económicos se sale de todo rango a nivel nacional.
Tan solo pensar en los servicios ambientales que presta en captación de dióxido de carbono, por ejemplo, o de cuota pesquera, conectividad aérea y marítima. O en el contexto del patrimonio cultural con la arquitectura y lingüístico del Creole, junto con las 2.564** especies que pueblan la R.B. Seaflower se puede decir que Colombia como país se enriquece con la presencia del archipiélago como parte de su patrimonio,
Sumado a lo que produce la venta de la actividad turística hacia el departamento, tiquetes y alojamiento que se vende desde diversas agencias de viaje de todo el país así como el consumo de bienes y servicios cuya transacción se inicia en territorio continental. No todo son utilidades, también hay costos representados en “poner en marcha” la razón de ser de esas empresas: el Archipiélago. Costo, que alguien debe asumir.
¿Qué dice la Ley 47 de 1993?
Esta Ley tuvo y tiene por objeto dotar al Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina de un estatuto especial que le permita su desarrollo dentro del marco fijado por la Constitución Nacional (artículo 310), en atención a sus condiciones geográficas, culturales, sociales y económicas.
Lo anterior ni es nuevo ni exclusivo del territorio de San Andrés, Providencia, Santa Catalina, veamos: derechos de entrada que se paga en Parques Naturales como las islas Gorgona, Malpelo, en nevado Parque Natural el Nevado el Cocuy, PNN Sierra Nevada de Santa Marta entre otros más del país.
Tampoco es único de Colombia, entrar a la isla Galápagos cuesta USD 30 por persona. Subir al P.N. Cerro Chirripò en Costa Rica $18 USD. Entrar a Bonaire US $75 ($312.225 Col) por subir el Himalaya a $11.000 US únicamente el derecho, súmele los otros gastos.
Ahora bien, poder afirmar si es conveniente o no el incremento del valor de entrada, así como la reducción del número de visitantes es algo atrevido sin tener datos relacionados al indicador Derrama Económica que se basa en “el reporte de la entrada de turistas y el esparcimiento del gasto turístico entre la economía del municipio que beneficia o favorece a las personas que lo componen”.
Los que sí se puede afirmar, en que sin la debida infraestructura, incrementar el número de visitantes podría ser un riesgo en el cual quien “paga el pato” es el medio ambiente, es decir las 2.564 especies vivas que componen esta Reserva de Biosfera.
Dicho lo anterior tan solo queda citar a profesor Germán Márquez cuando afirma en su columna de opinión ‘San Andrés o la gallina de los huevos de oro’ del día Sábado, 20 de febrero de 2016 en esta misma Casa Editorial.
“Para garantizar la sostenibilidad y la recuperación de San Andrés, para evitar matar la gallina de los huevos de oro, hay que hacer un esfuerzo sustancial. Ese esfuerzo debe pasar por incrementar los recursos destinados a la sostenibilidad de su patrimonio natural y cultural, entendidos como base y fundamento mismo de la riqueza que la isla puede producir, lo que la hace una Gallina de Huevos de Oro y lo que soporta su declaratoria como parte de la Reserva de Biosfera Seaflower.”
Para finalizar, daría créditos afirmativos a que se revisen minuciosamente las acciones de cómo funciona el sistema, más no para dar por descontado al fundamento creado para financiar al departamento y, repetimos, su inmensa, variada y sensible biodiversidad.
*Cofundador de la ONG Help 2 Oceans Foundation
** https://www.minambiente.gov.co/reserva-de-biosfera-seaflower-20-anos-de-relacion-entre-el-hombre-y-la-biodiversidad-marina/
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.