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¿Más cerca al sueño caribeño?

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HAROL.BUSH2La solicitud de Colombia de convertirse en miembro asociado de CARICOM ha agregado más dudas que certezas sobre la política específica de nuestras islas hacia el Caribe, pero la visita a San Andrés del canciller aportó algo más de claridad en relación a la viabilidad del diálogo con Nicaragua y de qué aspectos se considerarían temas nacionales y cuales locales. El camino hacia nuestro deseado sueño caribeño ha comenzado, pero no será fácil.

La visita generó cierta ambigüedad, en particular sobre lo que se deberá ceder en la negociación y el proceso a seguir que no dominarán los raizales, contrario a la impresión que había dejado el presidente Petro en una de sus visitas. Es como abrir la puerta y luego cerrarla.

Las dos coyunturas: CARICOM y el diálogo con Nicaragua obligan a enfocarnos en nuestro liderazgo político, étnico y económico y en particular en sus estrategias para sacar provecho de las oportunidades comerciales, culturales, étnicas, turísticas, económicas y de cooperación que existen en el acercamiento a Nicaragua y todo el Caribe.

Hablar de Nicaragua y de CARICOM genera optimismo pero también subrayan el dolor por una coyuntura de desactivación económica y múltiples problemas que se agravan. Por ello ese liderazgo debe servir de contrapeso al control hegemónico que siempre ejercen desde Bogotá, así como una garantía contra la posible discontinuidad e inconsistencias en las políticas y tratados que se acuerdan.

Debe tener dinamismo y objetivos precisos y no desviarse de la finalidad absoluta de mejorar las islas a través de una conexión caribeña para la cual nos han entregado algo de responsabilidad, en el caso de Caricom con tres embajadores raizales y en el caso de Nicaragua con un grupo de tres representantes en el grupo negociador que el Canciller –dijo– deberá escoger la comunidad raizal, aunque no puntualizó bajo qué procedimiento.

Todos esos embajadores raizales en roles relevantes deberán asegurar una amplia y movida agenda porque no podemos permitir que la inacción y el desaprovechamiento de oportunidades expongan a las islas a un riesgo estratégico que en últimas cobrará un alto precio con la profundización de nuestros problemas y la pérdida de múltiples oportunidades.

En particular con Nicaragua porque es lo que más nos interesa porque CARICOM es más asunto comercial, turístico y de búsqueda de liderazgo y protagonismo regional, guiado por intereses nacionales. Quiere Colombia exportar hacia el Caribe, pero las islas nada exportan, de manera que nuestro acercamiento comercial debe ser principalmente con Nicaragua de donde podemos importar comida mucho más barata que lo comprado en el continente y así bajar considerablemente el costo de vida.

Sin embargo, CARICOM por su profunda experiencia y dependencia en la industria sin chimeneas puede ser una gran fuente de inspiración e inversión en nuestro eje de desarrollo que impacten en un mejor servicio al turista, algo necesario por el bajonazo en las llegadas. Oportunidades también residen en varios frentes de cooperación y en la convergencia de problemas comunes como huracanes, narcotráfico, agricultura en espacios reducidos y protección ambiental.

Desde luego CARICOM es también un puente de hermandad cultural, una ruta de reconexión y de compromiso étnico y lingüístico, que abre escenarios que favorecen el necesario y urgente fortalecimiento y afirmación étnica raizal por la conectividad con culturas afines.

Pero también hay oportunidades para no raizales (muchos de los cuales hablan nuestro inglés estándar caribeño o creole) si Colombia logra la facilitad de contratación de mano de obra isleña en países ricos del área que atraen trabajadores foráneos como las Islas Caimán, Trinidad, Guyana y Barbados.

Más ‘realpolitik’ isleño y más Nicaragua

Tanto Nicaragua como CARICOM generan una telaraña socio-cultural y económica muy aprovechable, pero Nicaragua ofrece mayores oportunidades en cuestiones comerciales, étnicas, de pesca, protección ambiental y otras múltiples frentes de cooperación.

Y facilita algo fundamental en la agenda local que es pasar la página de La Haya y dejar atrás la histeria de la pérdida, que se facilita asumiendo compromisos y estrategias para manejar las consecuencias del fallo de 2012.

Pero no podemos virar hacia la complacencia o dejar que todas las iniciativas surgen desde de Bogotá, como tampoco debemos caer en la debilidad de no tener iniciativas propias ni fuerza de negociación.

En ese contexto, no podemos tomar como vacías las palabras del Canciller de que con Nicaragua (junto con la Armada y el gobierno nacional) vamos a negociar nuestro destino, nuestro futuro. Esas palabras sirven para recordarnos de las deficiencias en las aproximaciones nacionales anteriores hacia las islas y de que la historia nos pasará una costosa factura si nos quedamos de brazos cruzados y no logramos algo que impacte en el desarrollo isleño.

Por eso el principal reto es lograr resultados visibles. Nuestros gobiernos nacionales siempre han enfatizado influencia coyuntural por encima de impactos duraderos, al igual que soberanía territorial por encima del desarrollo de las islas. De allí que en el reciente comunicado de Cancillería anunciando la candidatura a estado asociado de Colombia a CARICOM nos presenta como factor colateral con carácter de ornamentación diplomática, que en La Haya el enfoque en territorialidad y soberanía hasta 2012 ignoró e invisibilizó a la comunidad isleña.

Lo segundo es tener un frente institucional de presión y emisión de ideas con una estructura institucional en la Gobernación, como tienen otros departamentos fronterizos, para atender asuntos caribeños.

Lo tercero es la necesidad de un liderazgo regional fuerte y unificado, ojalá tan ilustrado como el de Francisco Newball, por ejemplo. Es algo extremadamente relevante en la actual coyuntura de debilidad económica local y porque después de La Haya hemos perdido un poco nuestra capacidad de presión sobre el gobierno nacional. Nos encontramos enfrentados a unos diálogos que no necesariamente serán fáciles y debemos maniobrar con una grandilocuencia nacional de muchas promesas pero de resultados inciertos.

Lo último es la necesidad de inyectarle a la aproximación al Caribe y a Nicaragua mucho de ‘realpolitik’. Los sectores locales que serán protagónicos, lo raizal, turístico y lo comercial, han estado últimamente sosegados en estrategias o concentrados en un enfrentamiento entre el predominio de factores ideológicos o legales y lo alcanzable. Entre ellos debe surgir un progresismo realista que persiga ideales viables y no ilusiones inalcanzables.

En la política y la gestión es esencial el arte de lo posible porque lo deseable no siempre es alcanzable. Tenemos una oportunidad histórica de mejorar la vida de los isleños y al mismo tiempo hacer realidad nuestro sueño caribeño. ¿Será posible?

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N.B. Para una análisis académico de las perspectivas y tribulaciones de la integración hacia el Caribe sugiero la siguiente lectura sobre un ‘conversatorio’ llevado a cabo hace 10 años en San Andrés en el contexto del Green Moon Festival:

https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/66109/53514-263013-1-PB.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.

 

Última actualización ( Domingo, 26 de Mayo de 2024 10:14 )  

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