Si en un destello de inocente asombro pudiésemos observar al caballito de mar que es la isla de San Andrés y así tener la oportunidad de tener una visión distinta y más empática con nuestro entorno, veríamos un orgasmo vivo entre las brillantes aguas azules del archipiélago.
Al igual que los humanos, el caballito de mar depende de su entorno: pequeños bocados de su dieta están compuesta de pequeños crustáceos y larvas planctónicas. Algunos monógamos u otros, varían de temporada en temporada.
Pues ése caballito de mar llamado San Andrés es el lugar donde vivimos cuáles pequeñas criaturas vivas, una selección, entre todas las 8.7 millones de especies del planeta entero.
Al igual que otras más: los aquí vivientes se alimentan, digieren, desechan, duermen, buscan sustento, se copula y se tienen críos; se mantienen dentro de un entorno.
La diferencia está en qué se utilizan los desechos de los organismos vivos, a excepción de las derivadas de la actividad humana.
La historia nos indica que durante la época de los primeros pobladores del archipiélago hasta la creación del ‘puerto libre’, el modus vivendi fue libre de contaminantes. Lo más cercano a la contaminación cero.
En la actualidad se escribe basura, así sea para socializar su propia problemática, al punto tal que en un futuro no lejano el tema será: “cómo sobrevivir entre basura y vivir para contarlo”.
Sin embargo, hoy día hay que reconocer los méritos de encontrar calles y avenidas mejor aseadas, un pathway más presentable, libre de contaminación sonora y de actos de violencia.
También la extracción de parte de los residuos automotriz representado en llantas. Así como también la intervención en algunos barrios marginales. En fin, un arduo camino hacia una ciudad presentable, tan diferente a la heredada del gobierno anterior.
Obviamente, es un cambio y un largo camino por recorrer que apenas comienza. Es responsabilidad ciudadana darle continuidad al proceso.
Para cerrar, cabe el slogan de “se puede ser pobre pero limpio” aunque no es pobreza de lo que adolece la isla, es cuestión de actitud.
Esperaría ver cuál será el cambio del accionar ciudadano y de los medios de control y vigilancia, para dar soporte y seguimiento a éstas buenas intenciones hasta que este caballito de mar luzca sano y conforme lo merecemos.
*Cofundador de Help 2 Oceans Foundation
-------------------
Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.