En España alguien se horroriza al encontrar a su mamá de 76 años en la lista de heridos del fatal accidente de tránsito ocurrido en San Andrés el pasado jueves 21 de marzo. Sólo conoce en la isla a su amiga de infancia.
Desesperado la llama en la madrugada del viernes. Sin dudarlo, ella salta de su cama y emprende la búsqueda de quien fuera una de sus tantas "mamás" en el pueblo. Así es la vida en los pequeños lugares. Todos amigos, vecinos, una gran familia escogida.
En el hospital le informan que la señora fue dada de alta. Por cierto, en un tiempo record: tres horas después de ingresar. Sigue la pista que allí le dan y finalmente la encuentra en el hotel Blue Cove. Arropada con una sábana, sola en su habitación. Temblorosa le cuenta que del centro hospitalario fue enviada al hotel en taxi, a pesar de múltiples fracturas en sus brazos.
Ella y sus cuatro compañeros de viaje, entre los 65 y 80 años de edad, venían en el bus que perdió los frenos. En el hospital le dicen que se vaya a Pereira porque allá pueden atenderla mejor. No la dejan en observación.
La amorosa paisana la comunica con su hijo en Madrid. Requiere ayuda para moverse, para sentarse en la cama. Desde el otro continente su hijo pronuncia el nombre de la amiga y la señora se da cuenta que quien ha venido en su auxilio es una de sus niñas, una de las hijas putativas de Santa Rosa de Cabal. Rompe en llanto. No la había reconocido porque han pasado muchos años sin verla.
Le pide que la manden a Pereira pero que no la lleven al aeropuerto en silla de ruedas para que la dejen viajar. Debe seguir al pie de la letra las instrucciones que le dieron en el Hospital de San Andrés. En Pereira la atenderán mejor.
Así finalizan sus vacaciones y las de sus amigos que se van desolados de la isla a la que soñaban visitar. El Hotel Blue Cove les brinda acompañamiento y no los desampara hasta que embarcan en el avión rumbo al continente. Primero a Bogotá, con una escala de varias horas, porque no había vuelo directo a Pereira. Los otros del grupo también van heridos.
Después de medio día llaman de la Gobernación a ofrecer apoyo para la paciente pero "too late", ya todos se fueron. A pesar de eso, el secretario de Turismo está pendiente. Responde llamadas, y mensajes y está en disposición permanente de resolver los giros administrativos que deben resolverse desde la isla.
Es viernes. Son las 7 pm. Su hija putativa está esperando que le manden copia de la licencia de conducir del chófer del bus para que atiendan a su amiga en Pereira. Sin el lleno de los requisitos no lo hicieron en la primera clínica a la que llegaron. Ese documento se necesita para avanzar con los trámites del SOAT.
Estoy con ella y puedo ver la impotencia en su ojos. A las 9 pm nos despedimos y una funcionaria del hospital también descansa cuando envía hasta el último de los papeles que se requieren y por fin los ingresan en un centro médico en Pereira.
Una de las viajeras heridas debe ser intervenida quirúrgicamente por fractura grave en el brazo izquierdo. La otra turista del grupo, además de la rotura no operable en la escápula derecha, deberá pasar por exámenes más especializados que indiquen el procedimiento a seguir. Eso dicen el sábado
El médico pregunta, ¿cómo enviaron sin remisión ni compañía a este grupo de adultos mayores lesionados física y emocionalmente después de un evento tan traumático y en especial a una señora de 76 años con cuatro fracturas en sus brazos?
-------------------
Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.