Desde lo más remoto de los tiempos el Homo ha tenido la común característica del tribalismo, propiedad que asumimos sea ‘del hombre’, sin embargo en lo más íntimo de las especies de mar, tierra o aire existe la tendencia de compartir con iguales.
El tribalismo es una de varias formas que los seres vivos obtienen autorrealización tanto individual como colectivas, una variable del mutualismo.
De hecho, nada más agradable que aquellas reuniones entre colegas, compadres, vecinos o cualquier otra forma social donde todo se nos permite.
Allí entre, ‘chiste y chanza’ la soltamos toda y seguimos siendo aceptados. Compartir entre similares ha sido herramienta de autorrealización tanto como de un mejor vivir.
Grandes cambios en la historia han nacido en el seno de la tertulia, unos buenos ‘puros’ y la risa. Y, curiosamente, el ingrediente esencial: que la historia sea bien contada, creíble.
No es de extrañarse que en torno al fuego, al vino y manjares de diversa índole se hayan construido grandes cambios sociales, religiosos, políticos o económicos.
¿Acaso dónde crees que han nacido buena parte de las grandes series de televisión, cine u obras de la literatura universal?
Una historia bien contada fue llevada al Alto Tribunal de la Haya, una historia bien contada es el Catolicismo, así como la leyenda de Siddharta Gautama en el Budismo, por ejemplo, o de la multinacional Ford Motor Company de Henry Ford… Para bien o para mal, así se mueve el mundo.
En proporción inversa, sin dar a conocer la historia, se desconoce la razón de ser de una filosofía, de un conglomerado, de una cultura, o de la Reserva de Biosfera Seaflower.