Las elecciones entregaron un mandato de cambio y la oportunidad de la Gobernación de construir y ejecutar una nueva visión de desarrollo hacia la cual galvanizar el interés isleño. Debe incluir a nuestras fronteras y a nuestros vecinos como socios y aliados porque ellos pueden contribuir a nuestro desarrollo.
Empataría con la estrategia Caribe del gobierno nacional que aún esperamos, además de que aliviaría y atendería la cuestión raizal y los daños y la nueva realidad causados por la pérdida de aguas.
Es necesaria una estrategia internacional para las islas, algo ahora de más relevancia por el diálogo con Nicaragua que podría abrir avenidas de oportunidades comerciales, de cooperación y de reconexión étnica para las islas. Cosas que no tendrían sentido sin la profundización de los lazos históricos, culturales, lingüísticos y comerciales que nos unen, algo que es necesario impulsar desde las islas.
Además del diálogo como factor de acercamiento, se han eliminado los obstáculos a las islas para hacer uso de mecanismos de desarrollo a través de la integración regional, cosa que aprovechan otros espacios fronterizos pero nosotros no. La ley de fronteras de 2021 da amplio margen de maniobra al Gobernador en el contexto de la autonomía regional para fortalecer la gestión de cooperación y acercamiento fronterizos. El Decreto 659 de 2023 permitió que las islas sean declararas Zonas de Frontera y Unidades Especiales de Desarrollo Fronterizo.
Por todo lo anterior es necesaria una estrategia internacional de la Gobernación para impulsar los mecanismos necesarios y también para no dejar que todo lo dirige el gobierno nacional, como se hizo con La Haya con las consecuencias que todos lamentamos, pero que ahora se pueden remediar con una mayor participación local.
La visión futurista del nuevo gobierno departamental debe incluir una mayor participación local en los esquemas internacionales y regionales que afectan a las islas para así optimizar las oportunidades económicas, étnicas, de cooperación o de otros tipos con nuestras fronteras, nuestro mar y nuestros vecinos.
Es una pena que se tenga que dedicar la mayoría de los esfuerzos iniciales en poner la casa en orden. Pero las tribulaciones políticas y las dificultades de gobernabilidad no deberían ser un obstáculo para avanzar la agenda y el esquema reformista que se prometió y que aprobamos los isleños. De hecho, una agenda de cooperación regional es favorable al desarrollo.
Nadie dijo que avanzar sería fácil y tras haber visto el estado de las finanzas y de la capacidad organizativa de la Gobernación, seguro ha habido necesidad de volver al pizarrón. Además, recientes eventos deben ser tenidos en cuenta en nuestros esquemas de desarrollo: los vuelos directos desde Caracas y el diálogo mismo. Porque reaniman preocupaciones isleñas y nos recuerdan la incapacidad o el desinterés nacional de tener en cuenta nuestras opiniones y de promover la integración regional desde la perspectiva de las islas.
Son situaciones sobre las cuales poca influencia tiene el Gobernador pero que puede adquirir si usa su peso institucional, la coyuntura del diálogo y sus buenas conexiones con el Presidente. Nuestros Gobernadores históricamente han ejercido poca influencia en asuntos internacionales y regionales pertinentes a las islas, con la excepción –dentro de parámetros de una institucionalidad nacional condescendiente– de Aury Guerrero y Everth Hawkins en el tema de La Haya.
Vuelos y diálogo
Muchos en las islas ven el vuelo directo desde Caracas en estricto sentido económico y por ende un mal necesario. Otros están preocupados por un posible aumento del tráfico de migrantes porque los venezolanos constituyen el grueso de los que usan la llamada_’ruta VIP’ por San Andrés para llegar a Centroamérica.
Lo cierto es que las dos visiones obligan a preguntarnos por qué no impulsa el gobierno nacional también vuelos (y rutas marítimas) desde Nicaragua si hay seriedad en el esquema de acercamiento a dicho país con el diálogo y podría ser estratégico para las preocupaciones geopolíticas nacionales y favorables para el desarrollo de las islas. Las islas están ligadas geográfica, lingüística y económicamente a dicho país, pero a Venezuela solo nos unen unas cuantas habitaciones hoteleras.
También obliga a preguntarnos cuáles son las prioridades nacionales con las islas, si es que las hay, y si nos tienen en cuenta para una política nacional de integración con Venezuela pero no para una de integración regional con Nicaragua, que es lo que añoramos. ¿Será que las mejores relaciones étnicas y comerciales que queremos con Nicaragua son rehenes de las prioridades nacionales hacia Venezuela?
La incertidumbre genera preocupantes dilemas para las islas. Pero enfrentado a ello y a lo desconocido no debemos aceptar la inacción. La incertidumbre no se debe convertir en insumos para la negligencia, como nos pasó con La Haya. Colombia debería reparar el daño causado en la Corte Internacional de Justicia adaptando una agenda común con las islas y sus intereses.
Los diálogos son un tema sobre el cual nuestro Gobernador podría incidir y aportar porque de allí salen cosas que se articulan a la dinámica de desarrollo del archipiélago. Es necesario legitimar su aporte también porque al fin y al cabo él fue escogido por los isleños para representarnos ante el gobierno nacional y las instancias e instituciones internacionales.
El incidencia es mayor si consideramos que el diálogo y sus consecuencias podrían amarrar a las islas a iniciativas que deben ser analizadas suficientemente en sus consecuencias y calibrados con un trabajo cuidadoso para asegurar que se transforme la pérdida de aguas en oportunidades para las islas.
Porque es importante que se tenga en cuenta el valor del mar en relación a la pesca étnica de subsistencia, la protección ambiental, el comercio y muchas oportunidades económicas que se puedan desprender de una relación bilateral fluida. Algo que transforme la pérdida de aguas en un espacio de oportunidades para las islas.
Por eso es importante que el Gobernador tenga la oportunidad de aportar, como también los sectores económicos, líderes raizales, Coralina y la Armada Nacional. La ausencia de una contribución local constituye negligencia y la vulneración del derecho a la consulta previa en un territorio étnico que se verá afectado de una u otra forma por una posición jurídica nacional en relación a la entrega de las aguas. Esa consulta no se hizo en el contexto de La Haya pero debe hacerse ahora, de alguna forma.
Anticipando todo ello, esperamos ver desde la Gobernación la construcción de una agenda regional e internacional alrededor del fomento del desarrollo integral y diferenciado de nuestra frontera azul, como hacen las otras zonas de frontera, que impulse la integración para la cooperación, comenzando con el acercamiento étnico y la simplificación de procedimientos de exportación e importación de mercancías destinadas al consumo en las casas, lo cual bajaría los costos de la altísima canasta familiar isleña.
El ‘vuelo de Caracas’ y el diálogo (o no diálogo) recuerdan que las islas necesitan una estrategia de desarrollo que va más allá de llenar camas y saturar las playas, donde merecemos tener voz y voto en asuntos que nos afectan y que nos permita comenzar a ver a nuestros vecinos como factores de desarrollo y no solo como proveedores de turistas y problemas.
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresan.