Si usted, como yo, se considera un fan de Marvel y usa de modo regular frases de la franquicia de superhéroes, recordará sin dificultad, el momento, en la ya clásica Infinity war del 2018, en el que el Dr. Strange hace un barrido por 14,000,605 universos alternos, buscando uno donde se logre la victoria y entonces dice la icónica sentencia: “He visto todos los futuros posibles y sólo en uno vencemos a Thanos”.
Sin guardar ninguna diferencia con la experiencia del vengador de la saga, fui convocada para ver el futuro en el que los problemas sociales, culturales y ambientales de las islas eran resueltos. No se puede describir de otra manera, el encuentro de equipos de investigación ONDAS del Ministerio de Ciencia y tecnología en cabeza de la Universidad Nacional, de niños de primaria y preescolar.
Y si, usted leyó bien: primaria y preescolar, presentaron proyectos de investigación, que pusieron a flote los problemas que ellos se plantean como prioritarios: desde recuperar las danzas típicas, hasta la enseñanza del Creole a niños y niñas hispanoparlantes desde la primera infancia, la aplicación de métodos de enseñanza alternativos para mejorar el desempeño en matemáticas, hasta la inclusión del teatro como experiencia didáctica para preescolares.
Se evaluaban muchos aspectos, y en un formato riguroso, con valores en números enteros, se dejaba consignado el esfuerzo de padres, maestros y muy (muy, muy) jóvenes investigadores. Lo que no se escribía ahí, era la escala en brillómetros que tenían los ojos de esos chicos, mientras exponían los trabajos que habían tomado hasta un cuarto del total de sus vidas (muchos tenían solo 5 años de edad).
Estos eran niños que estaban adoptando el método científico y el pensamiento crítico como bandera, y en un mundo que parece perderse entre la frivolidad y lo instantáneo, ellos se sumergían como un capitán Nemo (Cien mil leguas de viaje submarino – Verne-) a la caza de respuestas profundas.
Había que agacharse para poder oírlos, porque así es el futuro, habla pasito, sin aspavientos, es contundente, preciso, obvio, simple como un anillo, lógico. Como cuando le indagué a una niña que investigaba sobre las habilidades de los perros y sus beneficios para los seres humanos, ¿Qué había aprendido de su propio perro? Y sin dudarlo, me dijo que a ladrar. Lo simple de su respuesta no ponía en duda su veracidad, más bien me confrontaba con las obviedades que omitían mi pregunta.
Quizás el andamiaje de arandelas con las que adornamos nuestros argumentos para parecer más inteligentes, solo le quitan certeza a las respuestas. Quizás ladrar sea un conocimiento necesario, ladrar y no morder, ladrar y hacer sentir una voz. o solo sea el hecho de ladrar y ya.
Pasearme por estos estantes llenos de ciencia y niños, me dio paz. He visto el futuro, y estamos a salvo.