Isabella Castro Peña e_Ibi Ward Manrique son las dos estudiantes de octavo grado, del colegio Liceo del Caribe de San Andrés, que participaron y ganaron con su proyecto ‘Biozargo’ (para fabricar mangos de cepillos de dientes con material bioplástico producido con sargazo) en la ‘Iniciativa Cadena 2023’. Entrevista.
En este concurso internacional participaron más de 3.500 alumnos de 15 países, de los cuales clasificaron 45 menores, quienes se dieron cita en Ciudad de México (entre el primero y el 5 de junio) para presentar sus propuestas, intercambiar conocimientos y aprender un poco de esa cultura.
En entrevista para EL ISLEÑO, las menores comentaron que conocieron de la convocatoria en su colegio, en el mes de febrero; y que todo comenzó como una tarea escolar para encarar un proyecto a desarrollar en las materias de Metodología, Sociales, Emprendimiento, Artística y Cívica, puesto que en cada una se podía ir reforzando el mismo.
Una de las pautas dadas para esta asignación, era que el proyecto tenía que ser innovador y que debía atender una problemática de la isla. Al preguntarles sobre qué conocían previamente sobre el sargazo, ambas coincidieron en que era poco lo que sabían, salvo que es un alga que periódicamente trae el mar y que se deposita en las playas, pero no los usos que se le podía dar.
¿En qué consiste la propuesta y quién las orientó?
Ibi: cuando nos pusieron la tarea, me fijé en las principales problemáticas de San Andrés, tales como pobreza, desempleo, contaminación, y como estábamos en una época en la que había bastante sargazo en las playas, nos decidimos por la temática ambiental.
Entonces me interesé en saber más del sargazo y qué usos se le podían dar; encontré que era posible hacer una especie de ‘bioplástico’ y acudí a mi tía que es bióloga marina (Martha Lucía Manrique Sierra), y nos dio la idea de hacer los mangos para cepillos (biodegradables), cuyo cabezal puede ser reemplazado cuando se requiera, maximizando su uso.
Ella nos ayudó además en la parte química y biológica del proyecto. También nos orientó el diseñador industrial Omar Abril Howard (Sepia ROV), acerca del molde a emplear; y el ingeniero químico David Rojas nos indicó la fórmula química para obtener la dureza del mango.
Isabella: también hay que resaltar el apoyo fundamental de nuestra profesora (de Ciencias Sociales y Cívica) Amelia Archbold Humphries, puesto que nos instruyó en varias de las pautas del proyecto y nos acompañó en México.
En cuanto a los detalles sobre la composición química del mango y el proceso completo de fabricación, los daremos a conocer una vez concluyan los trámites de patente necesarios para ‘blindar’ nuestra idea.
Sin embargo, podemos anticipar que el proceso inicia cuando dichas algas se recogen estando todavía en el mar, luego se ponen a secar al sol y posteriormente se pulverizan, para proceder con el proceso técnico.
También queremos comentar que esta etapa la realizarían madres cabeza de familia del barrio Morris Landing, puesto que nuestra propuesta está focalizada en beneficiar a la población vulnerable de la isla, para garantizar un sustento económico estable.
¿Qué significó para cada una esta experiencia?
Ibi: primero, nosotras éramos las más jóvenes –ambas tienen 13 años–; y fue una experiencia muy bonita, que nunca se nos va a olvidar, porque aprendimos muchas cosas, como por ejemplo, primeros auxilios.
También nos enseñaron cómo ser más humanitarias: fuimos a un colegio a donar kits de limpieza, y fue muy especial la forma como esos niños se despidieron de nosotras sin conocernos. Fue una experiencia muy enriquecedora.
Isabella: me encantó la oportunidad que tuvimos, porque aprendimos cómo ser seres de cambio y me gustaron las actividades y retos que nos pusieron a hacer, como tareas de rescate.
Además, se ve que la intención de las personas de allá era muy buena, ya que se preocuparon bastante porque tuviéramos una estadía agradable; en su mayoría eran personas muy jóvenes, guías voluntarios (como_boys scouts).
¿Apoyo económico?
Por último, las jóvenes investigadoras aseguraron que todavía no tienen muy claro de qué manera la Iniciativa Cadena apoyará económicamente la realización de su proyecto, porque se trata de un tema que hablará dicha organización directamente con el Liceo del Caribe.
En todo caso, desde ya están buscando entidades o empresas que quieran patrocinarlas; aunque aseguran que creen tanto en su proyecto, que si no consiguen apoyo externo, lo van a intentar por todos los medios posibles, porque –en sus palabras– es una idea viable para ayudar a mitigar la contaminación en San Andrés y por qué no, en el mundo; además, para ayudar a las madres cabezas de hogar, como anhelan.
Aquí es importante resaltar otro punto interesante del proyecto, y es que según sus averiguaciones, un cepillo normal demora en desintegrarse aproximadamente 400 años, mientras que el suyo (con bioplástico) tardaría solamente entre 3 y 6 meses al introducirse en tierra.
“Mi mensaje final, principalmente a los niños, es que confíen en ellos mismos; que se esfuercen bastante, porque si quieren algo lo pueden lograr así no tengan las facilidades económicas”, manifestó Ibi.
Por su parte, Isabella finalizó diciendo: “en este caso también es importante la disciplina y poner mucho de nuestra parte para lograr las metas que nos proponemos, porque se sale adelante no siempre por otras personas sino por la propia voluntad”.