Cada 28 de enero se conmemora Día de la Acción Mundial frente al Cambio Climático, para crear mayor conciencia ciudadana frente al grave peligro que representa la crisis climática para el medio ambiente y los seres humanos. ¿Qué se está haciendo en las islas en este sentido?
Primero, es pertinente explicar que el Cambio Climático (CC) es producido, entre otras causas, por el calentamiento global: el aumento de la temperatura de manera exagerada sobre la superficie de la Tierra, que ha producido alteraciones notables en el clima en los últimos años.
Para ello urge la aplicación y el desarrollo de políticas mundiales y locales, que impulsen la reducción en la emisión de los llamados ‘gases de efecto invernadero’ como el dióxido de carbono (CO2) que, si bien resulta esencial para los procesos biológicos de la naturaleza, requiere de un equilibrio para garantizar el bienestar y la vida de las diversas especies en el planeta, incluyendo la nuestra.
Actualmente, y dado que las políticas gubernamentales no han logrado disminuir dichas emisiones en porcentajes aceptables y mucho menos detener las fuentes emisoras (que usan combustibles fósiles), en los últimos años se vienen implementando ciertas estrategias encaminadas a mitigar los efectos del CC, tales como las ‘soluciones basadas en la naturaleza’.
Una de ellas, es la restauración y preservación de los ecosistemas de manglar que aunque son muy pocos alrededor del planeta (cerca del 1% de todos los bosques), está comprobado que son los mayores ‘secuestradores’ de CO2, lo que los convierte en valiosos aliados en la lucha global contra el CC.
Esfuerzos conjuntos
En este sentido, la Universidades Nacional de Colombia (Unal), sede Caribe, junto a la del Valle y la Autónoma del Caribe, están desarrollando una investigación en la que están comparando las características de los bosques de manglar del Archipiélago con los del Pacífico y los de la Ciénaga Grande de Santa Marta, dado que son ambientes con diferentes atributos y formaciones paisajísticas distintas.
Aquí es importante resaltar que, según otro estudio de la Unal (2019), los mangles de San Andrés tienen unas características de robustez muy distinta a los del Pacífico, puesto que no tienen influencia de ríos y sus nutrientes; aun así, los valores de absorción de carbono son superiores a los de otras regiones del país e incluso del mundo.
En diálogo con el biólogo marino y docente de la Unal sede Caribe, Jairo Medina, dijo que se están actualizando ciertas variables en los bosque de manglar isleños, tomando como insumo resultados obtenidos por él y otros investigadores en años anteriores, para evaluar los aportes y funcionalidades del manglar en las regiones de estudio, dado que son muy distintas y que hay que evidenciarlo para no caer en generalidades.
“Los nuestros tienen ciertas características porque están en islas oceánicas, mientras que los otros, en el continente, crecen en ciénagas y estuarios; estas condiciones particulares hacen que se puedan presentar mayores acumulaciones de carbono, aun cuando los bosques sean muy pequeños”, explicó.
¿Por qué es importante protegerlos?
De acuerdo con el profesional, adicional al aporte de los manglares en la captura del dióxido de carbono, son muchos más sus aportes, principalmente a un territorio como el Archipiélago, puesto que ayudan a proteger la línea de costa, son una barrera natural contra huracanes y por la diversidad asociada a ellos.
“Entre San Andrés y Providencia tenemos alrededor de 150 hectáreas de este bosque, lo que se convierte en un aliciente para seguir estudiándolos y para contribuir en su protección, dado su valioso papel en el almacenamiento de CO2 por años y los demás servicios ecosistémicos que nos proveen a quienes habitamos en las islas”, aseguró Medina.
No obstante, el docente afirmó que a nivel global se habla mucho de CC, y que se invierte mucho dinero, pero que algunos esfuerzos no están siendo acompañados de la ciencia.
“En muchas ocasiones, los recursos económicos se encaminan solamente a acciones de reforestación (como sucedió tras el huracán Iota), pero no se hace un seguimiento que esté acompañado de buenas bases científicas, para saber, por ejemplo, cuántas plántulas sobrevivieron, qué tanto crecieron o cuánto contribuyeron en el secuestro de CO2, para determinar si fue un proceso efectivo o no. Para ello es fundamental realizar monitoreos periódicos, acompañados de indicadores pertinentes”, afirmó.
En este sentido, el también director del Jardín Botánico de San Andrés, comentó que la sede Caribe también hace parte de un proyecto junto a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), donde se harán experimentos para evaluar cómo las plántulas soportan las diferentes salinidades del agua, entre otras variables.
Teniendo esas cifras actualizadas —recalcó— es más fácil traducirlas en datos sencillos para ofrecer información oportuna a la comunidad en general; llevando, por ejemplo, el número de árboles o hectáreas sembradas a equivalentes de más fácil entendimiento, como la cantidad de aviones o de carros encendidos cuya emisión de CO2 se contrarrestó con ese almacenamiento en los manglares.
“En las islas se piensa erróneamente que las emisiones son bajas, puesto que nuestra industria (el turismo) es una ‘sin chimeneas’, y no es así. Los aviones consumen muchísima gasolina y con ello, sus emisiones son significativas en un territorio como el Archipiélago, sumada a la de los carros, motos, buses o los incendios que ocasionalmente se producen. Por tanto, proteger un ecosistema tan valioso como el de manglar, para mitigar esta contaminación de gases de efecto invernadero, es perentorio”, concluyó el biólogo marino.
(Fotos Angélica Quintero y Jairo Medina)