La Corporación Ambiental para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago (Coralina), anunció que la terrible enfermedad de ‘pérdida de tejido de coral’ ya hace presencia también en los cayos de Quitasueño y Serrana, al Norte del Archipiélago; noticia que fue confirmada por la bióloga Valeria Pizarro, del Instituto Perry (Bahamas).
Como se recordará, durante el mes de mayo pasado la autoridad ambiental confirmó la presencia de dicha enfermedad por primera vez en Colombia, en Serranilla y Bajo Nuevo, en marco de la expedición ‘Pristine Seas’ de National Geographic.
Dicha infección tiene preocupados a investigadores, ambientalistas y al sector turismo, puesto que se propaga rápidamente, su tratamiento aún está bajo evaluación, y principalmente, porque ocasiona altas tasas de mortalidad entre los corales afectados.
Opinión de una experta
A raíz de este nuevo hallazgo, esta vez tras el análisis de varios datos obtenidos por el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar), durante la Expedición Seaflower Plus 2021, Coralina explicó que en principio se manejó como una ‘alerta de presencia de la enfermedad’, por lo que se le solicitó a Pizarro, senior scientist of coral program del 'Perry Institute for Marine Science', la revisión del material gráfico obtenido.
La investigadora colombiana tiene maestría y doctorado en biología marina, hace más de 20 años trabaja en corales y arrecifes coralinos, y reside hace un tiempo en Bahamas en donde lidera, entre otros, el proyecto enfocado a tratar la enfermedad de ‘pérdida de tejido coralino’ (stony coral tissue loss disease).
Pizarro trabaja en la enfermedad desde finales del 2020, y con el Instituto Perry, se han convertido en valiosos aliados de Coralina para el estudio de la misma en el Archipiélago y su posible tratamiento.
Relaciones con las islas
Sus lazos con las islas van más allá de lo meramente profesional, puesto que vivió algunos años en San Andrés, sus trabajos (de maestría y de doctorado) fueron en temas relativos al Archipiélago, trabajó con Coralina y participó, entre otras expediciones, en una de las primeras que se hizo a los cayos del Norte (2003) con la directora de la entidad, en ese entonces, June Marie Mow, cuando se daba inicio a la zonificación de las áreas marinas protegidas.
Para esa época, cuando exploraron isla cayo Serrana, encontraron la llamada ‘Plaga blanca’, otra enfermedad que mostraba igualmente unas tasas de infección altas, y que tenía muy afectado el ecosistema arrecifal.
Avance de la ‘pérdida de tejido’
Al respecto de este nuevo enemigo de los corales, que avanza peligrosamente en aguas de Caribe, esto dijo la experta:
"Me encuentro en Las Bahamas, un archipiélago con más de 700 islas y cayos, en donde la enfermedad también ha venido extendiéndose desde 2019. Aquí, junto a otros investigadores, nos encargamos de evaluar la extensión de la misma y del tratamiento con antibiótico que se ha venido implementando.
No participé de la expedición de National Geographic, pero revisé unas imágenes que, tengo entendido, obtuvieron mediante unos monitoreos submarinos con ROVs (acrónimo de Remotely Operated Vehicles).
No se tiene calculada la extensión de dicha afectación en los corales, pero por las especies que están siendo afectadas y por la experiencia que tengo, creería que la enfermedad ya lleva varias semanas, sino un par de meses, en la zona; lo que significa que puede ya haberse propagado en la mayoría de los cayos del Norte.
Dicha afectación incide notoriamente en el deterioro arrecifal, en la pérdida de las poblaciones de peces, aunque en realidad la disminución en dicha riqueza, en el Archipiélago y en la mayor parte del Caribe, es causada más por la sobrepesca; sin embargo, esta enfermedad va a tener efectos a mediano y largo plazo, sobre todo en la biodiversidad y en la funcionalidad de los de los arrecifes.
Esa es la parte más preocupante, porque sabemos que esa funcionalidad ya está afectada de por sí, ya que no se están prestando todos los servicios ecosistémicos que quisiéramos; y terminará afectándonos directamente a nosotros, a las poblaciones que vivimos y dependemos de alguna otra forma de los arrecifes coralinos.
Lo que sugiero es hacer una nueva expedición para hacer una evaluación real, y mirar la posibilidad de hacer tratamientos exclusivamente en esa área.
Sobre las medidas a adoptar, ya he hablado con Coralina, con su director general, Arne Britton; con el de Mares y Costas, Gilberto Myles; con el coordinador de Áreas Protegidas de Coralina, Nacor Bolaños; y con el biólogo Alfredo Abril, quien detectó la misma enfermedad en Serranilla y en Bajo Nuevo.
Estas acciones están relacionadas, con el tratamiento con antibióticos, priorizar las zonas para aplicarlo y otra serie de medidas relativas a la comunicación, sobre cómo evitar la dispersión porque, está claro, que la propagación de la enfermedad se da por el agua, entonces hay que hacer campañas con los pescadores, con la gente de las marinas, de los puertos, para tratar las aguas de lastre, las aguas de sentina, para la limpiar de los equipos en los centros de buceo, entre otros actores.
Coralina es quien deberá liderar ese tipo de actividades, pero desde el Instituto Perry seguiremos atentos, para colaborar en todo lo que se pueda hacer, por ejemplo, en entrenamientos a la mayor cantidad de personas para hacer evaluaciones y aplicar tratamientos.
Estamos dispuestos a hacer todo lo necesario, para salvar lo que más se pueda pues fundamental mitigar los efectos sobre la funcionalidad del arrecife, y por ende, la afectación a los pescadores"..