Cada 26 de marzo se conmemora el Día Mundial del Clima y la Adaptación al Cambio Climático, declarado en la Convención Marco de las Naciones Unidas (1992) sobre este tema de vital actualidad, para generar conciencia mundial sobre su impacto en el hombre y la vida del planeta. Los cuarenta años del Cesyp.
Al respecto, ya se han identificado múltiples factores que influyen naturalmente en el clima, tales como la acumulación de gases que atrapan calor en la atmósfera, cambios en la intensidad del sol, tormentas y huracanes, entre otros, que siguen su marcha implacable.
Con otro tanto contribuyen factores de influencia claramente ‘humanoide’ como el calentamiento global, las deforestaciones, la destrucción de ecosistemas, la contaminación del aire y de los acuíferos y el desplazamiento poblacional, por mencionar sólo algunos de los más protuberantes.
El clima constituye, además, un elemento de primordial importancia en aquellas actividades desarrolladas por el hombre, que requieran de condiciones ambientales específicas, como la agricultura y –sobre todo, en nuestro caso– la pesca regulada.
Es por todo esto que el cambio climático es una gran amenaza para el planeta y en nuestro Archipiélago, Reserva Mundial de la Biosfera, su presencia y sus consecuencias ya no admiten discusión, son una realidad de a puño que se debe enfrentar sin dilaciones, ni hipocresías.
La realización de foros, conferencias y talleres de corte académico, son ejercicios de alto valor científico para el conocimiento y la evaluación ambiental del día a día; pero, insistimos, sino se actúa en la práctica, no serán más que un saludo a la bandera, mientras la ola sigue creciendo... y avanzando.
40 años del Comando Específico de San Andrés
Y, a propósito de esta misma efeméride en la que se conmemoran 40 años de vida del Cesyp en las islas, periodo en que la Armada de Colombia le ha prestado invaluables servicios a la sociedad isleña; sería un sustancial aporte a la gestión ambiental y climática que desistiera de su intención de construir la nueva estación de Guardacostas en Providencia, en la desembocadura del arroyo Bowden.
No tanto por las instancias judiciales, institucionales y civiles que ya se lo han ordenado, solicitado o demandado; sino por algo más sagrado y acorde con su estirpe vocacional. Algo que no tiene precio. Un gesto de grandeza institucional y fraternal por el medio ambiente y los pescadores artesanales. El pueblo de las islas y la historia, lo sabrán agradecer.