Algunos profesores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), realizaron una investigación respecto a las consecuencias que trajo el periodo de confinamiento en el cayo de Johnny Cay, principalmente en términos de empleo y nivel de ingresos de los vendedores informales.
De acuerdo con el estudio adelantado por los profesores de la Sede Caribe, Raúl Román y Silvia Mantilla; y de la Universidad de Cartagena, Francisco Maza, aunque el 89,9% de ellos pudieron retomar sus actividades cuando terminó el aislamiento, el 99% presentó una reducción casi total de sus ingresos, en tanto que la tasa de desempleo en la isla pasó de 6,7% en 2019 a 25,3% en 2020.
Según el análisis de carga realizado por la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago (Coralina), Johnny Cay es uno de los sitios turísticos más visitados en la Reserva de Biosfera Seaflower, lugar que puede albergar 854 turistas de manera simultánea en un día, lo que lo convierte en una importante fuente de empleo directo para un poco más de 100 familias de las islas.
Tal es el caso de Héctor Howard, quien desde hace 15 años se dirige todos los días muy temprano al embarcadero, toma la lancha y llega al cayo para ofrecer agua de coco, cerveza, gaseosa y jugos, entre otras bebidas.
Este isleño Raizal comenta que con la llegada de la pandemia, sus ingresos se vieron afectados y debió recurrir a los subsidios que daba el Gobierno nacional, a la generosidad de sus familiares y amigos, y también a otras actividades como la pesca y en algunos casos, el servicio a domicilio.
Las cifras
El estudio con los trabajadores informales se realizó en el marco del proyecto de Extensión Solidaria ‘Efectos de la pandemia Covid-19 en las condiciones socioeconómicas de la población vulnerable que desempeña actividades turísticas informales en San Andrés isla y Cartagena de Indias’.
En el caso de Johnny Cay, para el análisis se partió de una muestra de 101 personas en situación de vulnerabilidad y que ofrecen bienes o servicios turísticos desde la informalidad. Así, se estableció que el sector hotelero en San Andrés presentó una disminución dramática del 100 % en abril de 2020 y que durante la cuarentena decretada por el Gobierno nacional, entre marzo y octubre de 2020, los ingresos de los vendedores informales fueron nulos (83 %) o disminuyeron de forma notoria (16 %).
Al respecto, Román menciona que la mayoría de los vendedores informales son de los estratos 1 y 2, lo cual representa el 81,19 %. El gremio está conformado por un 83,17 % que son hombres y el 16,83 % son mujeres; los adultos se encuentran entre 35 y 64 años (57,43 %), seguido de adultos jóvenes (39,6 %). La media de la edad es de 38,4 años.
En cuanto a formación académica –añadió el docente– solo el 27,72 % de ellos alcanzaron el grado de bachiller; el 9,9 % son técnicos; el 6,93 %, tecnólogos; y sorprende que solo el 7,92 % obtienen títulos profesionales universitarios.
“Por lo tanto, es deber del Gobierno y de las instituciones departamentales tomar acciones que contribuyan a la formación integral de estos trabajadores con el fin de que puedan obtener una mejor oportunidad laboral”, sostuvo el investigador.
Calidad de vida
El estudio también reveló que los distintos factores por causa de la pandemia, han afectado la calidad de vida de estos trabajadores informales, quienes han visto limitado el acceso al comercio, restaurantes, discotecas, bares y salones de belleza (57 %); parques, playas, escenarios deportivos y de recreación (43 %).
“Además, y es lo más grave, han presentado problemas para acceder a alimentos para ellos y sus familias (42 %)”, recalcó Román.
Así mismo, se han presentado afectaciones asociadas con el estrés, el desgaste por cuenta del ejercicio de su actividad y a la valoración negativa de su calidad de vida, señala el estudio.
Pese a esta valoración negativa los trabajadores ven un futuro esperanzador para su economía y desarrollo personal en el próximo año. Según el profesor, esta visión positiva de estos prestadores de servicios se da después de seis meses de vislumbrar un futuro promisorio para el turismo.
“En agosto y septiembre la isla está recibiendo un número casi igual de turistas y las visitas al cayo han aumentado”, precisó.
Una de las propuestas que promueven estos trabajadores –concluye el informe de la UNAL– es mantener la isla abierta con estrictas medidas de bioseguridad y fomentar los vuelos desde varios países de América, y reconstruir el pequeño muelle para que los turistas lleguen al cayo adecuadamente y más seguros.
Además, regular la oferta de los servicios para los operadores turísticos que crean condiciones desventajosas frente a los trabajadores de Johnny Cay, lo cual permitiría una reactivación económica