Presumir de las condiciones naturales que hacen atractivo el archipiélago no basta. La competencia exige mucho más. Uno de esas aspectos es mirando hacia adentro, es nuestra manera de ser y de vivir que se observa, se analiza y se critica ineludiblemente, somos la esencia del destino San Andrés.
En la oferta estamos todos incluidos, todos somos el destino.
Cuando por múltiples motivos se estableció el sistema de puerto libre, hace medio siglo, se causaron cambios abruptos, en las personas, en la naturaleza. Como una avalancha aparecieron nuevos asentamientos con gentes diferentes por las ventajas comparativas del nuevo régimen de comercio y el balance es negativo.
Para resumir, fue relativamente fácil para los particulares obtener ganancias al final del día igual que ingresos en el erario público por porcentajes aplicados a la salida por el aeropuerto y al ingreso al puerto de las mercaderías.
Un ‘sanandresito’ pero con sol, mar y playa en donde se obligó a permanecer unos días para tener derechos. Sin visión.
Así se hicieron los cimientos de este destino para un turismo cuya guía fue la compra venta de lo que no producíamos.
Ahora que debemos pensar en un desarrollo adecuado será necesario romper con esos cordones y lanzarnos a la búsqueda de actividades atractivas, sostenibles y sustentables, en el que hombre y la naturaleza vivan en armonía.
Con proyecciones a largo plazo en donde la ineficiencia sea erradicada porque las oportunidades son reducidas y en donde la corrupción deje de ser modelo de conducta.
Nuestro recurso humano tiene que actuar rápido e inteligentemente en el diseño y ejecución de una ruta acertada para garantizar el mejoramiento en las condiciones de convivencia hacia adentro que permita ofrecer este destino para la visita de los de afuera que admiren el entorno lleno de belleza en la superficie, en el subsuelo, en los fondos marinos.
Un destino que debemos llenar de eventos, de encuentros, de deportes en tierra y en el mar, de educación, de sucesos productivos para sus protagonistas en un medio que derrote el miedo y el temor, que irradie alegría, música, sonrisas, cantos a la vida.
No podemos seguir con el perfil plan 25. Tendremos posibilidades en la medida que seamos destino con calidad, más no una cantidad de marea humana que pulula por doquier.