La prueba de fuego que tienen por delante tanto el gobierno como los habitantes del archipiélago, es el intento crucial de saber cómo lograr la recuperación de la economía insular. El turismo fue duramente golpeado, no sólo por el obligado cese de actividades del sector sino por el huracán Iota, y debe ser reconstruido de una manera más amigable con el archipiélago.
La crisis económica derivada de estos dos eventos terribles, no tiene precedentes en la historia local. Y ha afectado los medios de vida de más de 6.000 personas en Providencia, principalmente. La necesidad de reconstruir la infraestructura destruida por el ataque de los vientos huracanados y la recuperación de los atractivos, se deben hacer en los plazos establecidos para evitar daños mayores.
El nuevo turismo que surja de esta coyuntura ha de acercar a las personas al sentido común que parece haber desaparecido de la conversación entre la humanidad y la naturaleza. Se debe promover un turismo que tenga sentido de gratitud y humildad con la Naturaleza. Por lo tanto, el crecimiento sostenido del número de visitantes no puede seguir siendo el modo de sostener una economía local fuerte.
Reinan efectos de incertidumbre e inseguridad en los isleños en materia económica. Y no es para menos. Las perspectivas no son halagüeñas. Los planes de crédito ofrecidos por el gobierno nacional a las Posadas Nativas, por ejemplo, no parecen diseñados para este momento de crisis, como lo han declarado algunos propietarios. Lo que pone en tela de juicio la capacidad del Estado colombiano para afrontar la urgencia de estos tiempos cambiantes.
Las repercusiones de las medidas confinamiento y aislamiento de la población, en general, son inconmensurables. El miedo a viajar de los potenciales turistas, en especial, es aún relevante. Según lo explica en el último informe de Bain & Company sobre la industria de aviación, "la posibilidad de ascenso del sector se daría en el año 2022, solo si se logra una vacunación masiva; de lo contrario, podría tardarse hasta el 2025".
Como ven, crear condiciones de confiabilidad en el destino turístico no es tarea fácil ni de un día para otro; las condiciones de salubridad pública no serán seguras en el corto plazo, entre tanto, seguirá golpeando los resultados de la industria turística mundial.
Por eso es tan importante desterrar los brotes de división de la comunidad que los amigos del caos y sus agonistas tratan de imponer en Providencia, como lo reflejan las redes sociales, pues amenazan la unidad que exige el momento histórico actual, el más crucial de todos los tiempos. Nada le conviene más al capital depredador que dividir para reinar.
De otro lado, es tiempo también de empezar a considerar qué incidencia tendrá, a favor o en contra, la próxima campaña por la presidencia de la república, que suele distraer la atención del establecimiento hacia lo político en perjuicio de lo urgente. Es necesario protegerse del aprovechamiento político de la crisis.
Los candidatos de turno, como siempre, prometerán el cielo, la tierra y hasta lo imposible para alcanzar los votos y asegurarse el primer cargo de la Nación. Los ojos de todos deben estar puestos en la reconstrucción de Providencia y Santa Catalina y el resurgimiento de la economía, en particular.
De ahí la relevancia del papel de la sociedad para vigilar muy de cerca el manejo que deben recibir los recursos económicos que la nueva ley de turismo contempla destinar para la inversión en las islas, así: US$0,5 en San Andrés y otros US$0,5% en Providencia, de los US$15 que se pagan por concepto del impuesto nacional de turismo.
Sumativo "La 'actualidad candente', que nos exaspera o exalta y que con alguna frecuencia nos aniquila, no es otra cosa que una reverberación imperfecta de viejas discusiones": J. L. Borges.
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Este artículo obedece a la opinión del columnista. EL ISLEÑO no responde por los puntos de vista que allí se expresen