Cuando acaba de arrancar el proceso electoral colombiano que elijará nuevos Gobernadores, Alcaldes y Diputados parece evidente de que hay varios actores que le están metiendo la mano y eso queda completamente claro por la cantidad de denuncias infundadas que en este momento hacen carrera especialmente en la Procuraduría General de la Nación, en la Fiscalía.
Se está utilizando cualquier nexo político que se tenga desde las Regiones con el poder central en Bogotá, para enlodar el nombre de funcionarios, políticos, y hasta gente independiente por el solo hecho de pertenecer a un determinado grupo político, y en ese sentido son los partidos Conservador y de la U los mas damnificados. Liberales muy pocos y esto tiene una doble connotación a mi parecer.
O los Conservadores y los de la U no son grandes expertos en el arte de empapelar funcionarios y otros políticos, o el Partido Liberal se quedó en las mañas del pasado, que tanto -a lo mejor de manera hipócrita-, algunos de sus dirigentes especialmente a nivel nacional pretenden combatir.
Esta segunda hipótesis, puede resultar incluso aventurada, pero solamente habría que echarle un vistazo a los procesos, para caer en cuenta que los menos golpeados en esta cacería de brujas que recorre el país son los liberales quienes a pesar de ser electoralmente un partido ya pequeño en Colombia, han sabido mantener sus cuotas en la alta administración de la justicia, lo cual poco a poco -y en estos días casi abiertamente- ha puesto al pueblo colombiano a despertar, en torno a una realidad creciente que es la judicialización de la política en el país.
Por eso los representantes políticos regionales del Partido Liberal, parecerían estar recibiendo la orden de empapelamiento de todos sus contrincantes políticos, a los cuales difícilmente pueden ganarle electoralmente en la contienda que se avecina, pero si aguardan la esperanza de que con sus denuncias sus jefes en Bogotá les ayuden con sus relaciones.
Colombia entera espera que algunas de estas aparentes verdades, que hoy recorren los caminos políticos del país, sean desvirtuadas totalmente por los organismos de control y que tanto la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía General de la Nación, pero especialmente la Procuraduría General de la República, demuestren que la moral y la justicia no son un partido de futbol, en donde un árbitro puede pitar un penalti a fin de quedar bien con una barra brava, porque en el partido anterior pitó un penalti para ellos inexistente, y con el cual se sintieron perjudicados.
El país entero sabe que solo la justicia bien aplicada, puede derrotar una cacería de brujas que desde Bogotá con el afán fatal, de meterle la mano a las elecciones en las regiones, parte de la clase política, esperanzada en que puede corromper a la justicia en los más altos niveles, están mandando como perros de presa a sus jefes políticos regionales, a que se inventen denuncias la mayoría de las veces injustamente.
La Procuraduría General de la República, tiene que pararse firmemente en especial en procurador Ordoñez, para seguir manteniendo en la opinión pública de todo el país, esa aurea de intachabilidad de la cual ha venido haciendo gala en buena hora para todos los colombianos y no permitir que sus subalternos -algunos de ellos pertenecientes a casas políticas de reconocida trayectoria politiquera- y haciendo mandados, enturbien su administración ecuánime, respetuosa del debido proceso y de la verdad, como la que ha sostenido hasta el momento.
