En una esquina de la capital, un hombre joven dejó caer un papelito. Lo que pasó después es asombroso, complejo, sorprendente… y al mismo tiempo simple y estúpido.
Mientras se caía el papelito, un abogado vio el incidente con inteligencia y codicia. A pasos presurosos, mas rápido de lo que había corrido en años, el jurista llegó a la esquina, se plantó con un fotógrafo amigo y junto al hombre, se tomo un par de fotos con el individuo y otro par con el papelito; de manera muy solemne le ordenó que no se moviera hasta que él se lo ordenara.
El legista era obeso, con una corbata ancha y corta de rayas amarillas, que dejaba ver varios botones de su estirada camisa. El traje era a cuadros cafés.
Con las fotos en la mano, armó un proyecto de ley que llevó al congreso: la propuesta de hacer un comité para el estudio de la forma más adecuada de recoger el papelito; un comité para la evaluación psicológica del hombre que botaba el papel; uno para el adelanto de procesos educativos para que nuevas generaciones no cometieran el mismo error.
Se desarrolló un instituto para el avance de procesos para la recolección de papelitos de similares características y otro para papelitos de otras condiciones; también se hizo el debate sobre si debía llamarse “el papelito” o “la hoja”, para evitar la discriminación de género.
La sociedad de homosexuales, lesbianas y transexuales se pronunció sobre el asunto, aludiendo que debía ser llamado “papel innominado” de modo que no se atentara contra la identidad sexual del papel; las minorías también tuvieron algo que decir: “¿era un papel blanco?, ¿amarillo?, ¿negro?”, era importante determinar la etnia del papel para establecer que leyes se aplicarían.
Los grupos religiosos tenían sus propias dudas: ¿era cristiano el papel?... ¿budista acaso?... ¿Era este papel el signo esperado de que el fin de los tiempos estaba cerca? Por otra parte, los sindicatos de la industria del papel, de la encuadernación, de la celulosa, de la arborización, los recolectores de basura y los de los comités creados por el abogado para el asunto, entraron en huelga para demostrar su rechazo al suceso.
También habían videos en youtube sobre el papel, desde representaciones actuadas de la caída del papel, versiones en animación 3D, la versión de los Simpsons, y parodias sobres la cuestión.
Visitas infinitas en grupos de Facebook, que iban desde debates sobre quien debería recoger el papel y apologías de grupos anárquicos que invitaban a tirar papeles a la calle, se calculó que más de 500.000 status tenían relación al papelito en la primera semana.
En twitter, cientos de usuarios se daban nombres como @papelitotirado, @papelenlacalle, @papelabandonado, todos con una clara posición frente al papel; de la misma manera Blackberry consiguió una aplicación que contestaba preguntas sobre el papel.
Desde CNN, hasta InFOBAE, lo comentaron en su página web, se mandaron mensajes de texto que por unos dólares al mes te daban un ringtone con la canción del papelito, que era al mismo tiempo, la canción más “bajada” en Itunes de la historia.
Presidentes de todas latitudes hablaron del caso: y se aseguraba: “si, podemos… ¡recogerlo!” o “el papel es una amenaza del imperio”, “el papel es una invitación para trabajar, trabajar y trabajar”.
Hubo varios reggaetones que aludían al papel, también se hacían especiales de televisión con las estrellas del momento que cantaban canciones y anunciaban un número 8000 para la donación de recursos a organizaciones no gubernamentales que buscaban ayudar a rehabilitar el papelito. Habían camisetas en la calle, con frases que iban desde “yo también vi el papelito” hasta “ese papelito es mío”.
Se hizo un especial de televisión sobre la verdadera historia del papel, y otro sobre los mitos que este había despertado. Se encontraron indicios que aseguraban que Nostradamus había predicho la caída del papel. La película vino después del libro y en las premiaciones de ese año todos los chistes tenían que ver con el incidente.
Después de un tiempo, el hombre que dejó caer el papel, lo tomó del piso y lo puso en la basura, así simplemente, porque a veces frente a un problema, lo mejor es ir y solucionarlo.