La patria es fundamentalmente la nación considerada como unidad histórica a la que los naturales se sienten vinculados; nación es una comunidad de individuos, asentada en un territorio determinado, con etnia, lengua, historia y de tradiciones comunes y dotada de la conciencia de constituir un cuerpo étnico-político diferenciado del que, generalmente, se tiene orgullo de pertenecer.
Colombia es un país multiétnico y pluri-cultural con diversidad de comunidades autóctonas y donde el concepto de patria chica, lugar, ciudad o región en que se ha nacido, tiene relevancia para determinar el sentido de pertenencia y de vinculación, formando un conjunto de habitantes regido por el mismo gobierno.
Un Estado, como el nuestro, debe proteger a todos sus componentes llamados grupos minoritarios, que sumados son muchos, pero sobre todo por ser indígena, originarios, por ser primeros.
Hace 20 años la Constitución ordenó específicamente legislar para la protección de los raizales del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina una etnia en serio peligro de extinción, extraños en su propia tierra, como palestinos en el Caribe.
La súbita implementación de políticas desconocidas con el puerto libre, la imposición de idioma diferente, de autoridades sin conocimiento de la gente y sus costumbres, colocaron a los propios en insuperable desventaja.
Los grupos étnicos estamos en todo el territorio, en todas la fronteras nacionales, de hecho, los límites fronterizos se establecieron sobre territorios indígenas dividiendo a las comunidades entre países.
Ocurrió con Venezuela, Panamá, Ecuador, Brasil, Perú y Nicaragua, pero no se escucha a los otros nacionales al referirse a los naturales de las fronteras cuestionar con duda su preferencia patriótica como cuando se menciona el caso de los isleños frente Nicaragua, ignorando la historia heroica por preservar la costa de la Mosquitia nuestra hasta 1928, cuando fue entregado legalmente lo que de hecho habían invadido unos años antes.
Nos preguntamos si el patriotismo es deber preponderante de los que somos fronterizos. ¿Qué pasa con los que mediante mañas, delitos y corrupción, cercenan la legítimas oportunidades que nos corresponden en la distribución de bienes y servicios del Estado?
Duele captar cómo de las islas se ha enfatizado en la soberanía territorial, incluyendo lógicamente las aguas marítimas que las rodean, sin hacer el mismo acento refiriéndose a sus raizales.
Kent Francis James