Llegamos a esta fecha con muchas dolencias por dentro en el periodismo colombiano, males que se acrecientan en la medida en que uno comienza a reflexionar sobre el tema de la libertad de prensa.
Comencemos esta reflexión diciendo, que el más grande de los homenajes hay que hacérselo al periodismo llamado de a pie. A esa gran cantidad de colegas hombres y mujeres, que la mayoría de los días de su existencia periodística, salen a las calles de este país a jugarse la vida, por la vida.
Estoy hablando de una gran mayoría de nosotros, que terminaron envejeciendo, sin haber definido para los suyos una situación económica estable y una vejez cuya dignidad sea por lo menos, el retiro decente.
Algunos con una vida llena de aplausos reales, y merecidos, pero que se quedaron allí en puros reconocimientos de vitrinas.
En algunos casos no han podido las condecoraciones, ni los discursos, ni las tocaditas de hombro, evitar que el sicariato acabe con un obrero de la palabra, o con un apóstol de la literatura periodística, en un país en donde todo, hasta la muerte nosotros mismos la convertimos en algo cosmético y mediático.
El tema de la libertad de prensa se volvió algo particular, que terminó siendo una especie de ‘amparo’ para que algunos de nosotros cobráramos por ventanilla nuestras desavenencias políticas o personales y después bajo esa misma figura pretender una solidaridad que a veces no nos merecemos, ni la hemos ganado
Llegamos a esta fecha con un periodismo dividido en estratos, los de a pie, los que andan en bicicleta, los que pueden comprar motos, y los que han tenido la suerte de comprar un carro.
Esta estratificación material no exceptúa a nadie, y a lo mejor habrá excepciones, pero sé que en el caso por ejemplo de la radio, todo aquel que pretendiendo volverse independiente, ha comprado un espacio le toca pasar las verdes y las maduras, para poder mantenerse sin la influencia de los caciques políticos de las regiones.
Recibir el apoyo o la influencia de quien gobierna, en un momento determinado puede ser tan cuestionable, como ponerse al servicio de la oposición, la mayoría de ellos malos perdedores.
De manera que en esta fecha debemos comenzar por reconocer, que la pretendida independencia periodística solamente la lograremos, cuando seamos capaces de agremiarnos para convertirnos en dueños de medios de comunicación masiva.
No podemos dejar de destacar a quienes de manera personal se han organizado en este sentido, pero realmente son todavía una gran minoría.
Judas del periodismo
Hemos llegado igualmente a esta fecha, en donde en forma lamentable, hemos tenido casos, donde una parte del periodismo ha sido protagonista principal, para pedirle a autoridades en muchas oportunidades con comportamientos amañados, el cierre de medios y persecución abierta contra colegas. Esto demuestra que incluso hemos llegado a esta fecha con verdaderos Judas dentro del periodismo colombiano.
Llegamos a esta fecha con un periodismo de élite que no solo tiene un gran poder de convocatoria, sino que su principal enseñanza consiste en su gran capacidad de manipular hechos que la gente está mirando de otra manera, realmente como son y no como dicen ellos, la mayoría de las veces.
Esta elite mira para otro lado cuando le conviene, como en el caso palpable de la ex ministra Rosario Guerra de la Espriella, quien cerró en el país más de 200 emisoras, en su gran mayoría de provincias, cuyos denunciantes tenían intereses políticos, a fines con la politiquería que con ella imperó desde el Ministerio de la Tecnología y las Comunicaciones.
Mientras tanto el periodismo de élite, el de las grandes cadenas, el de la gran prensa, gastaba páginas enteras de sus diarios y semanarios, criticándole a Chávez el cierre de Radio Caracas Televisión, o defendiendo a otros en sus intereses de grupo o personales, sobre el tema del tercer canal de televisión.
Se necesita entonces el llamado a una gran unidad, de los menos favorecidos por la suerte o por las circunstancias, que esa unidad sea por el derecho al trabajo y la defensa de intereses comunes, que nos protejan de la ambición desmedida de algunos dueños de medios, de la politiquería rampante a veces utilizada desde el mismo gobierno.
Interés regional prioritario
Hago un llamado para que en la próxima campaña electoral participemos activamente, ya sea como candidatos o acompañando a personas a fines con nuestros preceptos democráticos y universales, en donde prime el interés colectivo de las regiones muy por encima de apetitos personales vulgares.
Esto lo digo porque este tipo de experiencias nos ayudarán a madurar, en muchos aspectos, tales como un mejor conocimiento de la política por dentro, y de seguro va a enriquecer nuestros conocimientos sobre el propio estado y la forma como este actúa, para bien o para mal de nuestros conciudadanos.
A nivel continental ahora más que nunca, hay que trabajarle a la posibilidad de fundar el Colegio Latinoamericano de Periodistas, sin egoísmos, sin discriminaciones, pero si donde se imponga el criterio democrático de la gran mayoría, para evitar que el periodismo de élite enclaustrado en otras organizaciones, siga mirando para otro lado cuando somos golpeados aun por el propio Estado.
Gabriel Salcedo Román.
