Como una señal premonitoria, la intolerancia extrema en forma de sucesos criminales tiñeron de fatalidad los primeros diez días del ‘nuevo comienzo’ mandando un mensaje de alerta temprana que apuró la puesta en marcha de operativos y puso a prueba la templanza del nuevo equipo de gobierno, al comando de su mandatario, Everth Hawkins Sjogreen.
Un primer análisis de la situación pone la mirada en la llamada barriada popular a donde se dan una buena parte de estos hechos delictivos –cuatro jóvenes muertos a sangre y fuego– que no parecen tener orígenes distintos a vendettas territoriales, grupales o hasta familiares. Lo que la Fuerza Pública en sus boletines de prensa denomina ‘intolerancia’. Sin embargo, en el fondo puede y suele haber más.
Y si bien de los organismos de seguridad se deben esperar y exigir acciones contundentes, como en el caso de estos lamentables crímenes; al mismo tiempo el Estado debe actuar con planes de rápida aplicación –como los anunciados por el Gobernador y el Director General del SENA este viernes– que abran puertas a la capacitación y al pleno empleo en el menor tiempo posible.
Alguien decía que una de las peores consecuencias de estos hechos de violencia es que, por lo cotidianos, se están volviendo costumbre y ‘materia olvidada’, como vocalizaba Héctor Lavoe. Un periódico de ayer que la amnesia social prefiere escabullir del recuerdo y la anestesia legal termina por escurrir entre los expedientes apolillados de los juzgados territoriales.
Pero en esta ocasión, el gobernador entrante –que fue recibido con enorme expectativa y legítima esperanza, aún por muchos que no lo votaron– tiene la oportunidad histórica de pasar la página del horror y el desgreño excavando hasta el fondo de la llamada ‘intolerancia’ y ver qué pasa más allá de lo superficial. En los hechos de violencia y en muchos más como, por ejemplo, la Salud.
Nadie prometió un jardín de rosas. Aquí se trata de identificar con claridad y sin rodeos, las malas semillas que se sembraron por años. Remover la tierra, quemar la cizaña y volver a sembrar. Para que en vez de añorar el ‘paraíso perdido’ con resignada nostalgia, nos sacudamos para levantar sobre la sangre derramada una forma de vida con más y mejores oportunidades para todos.
Por un genuino nuevo comienzo...