Hace apenas unas horas entrando al Auditorio de la Escuela del Deporte en Cali, en donde me esperaban más de doscientos periodistas del Valle del Cauca, recibí una llamada de mi hermano Anuar, y sucesivamente, de los colegas Yuri Taylor y Edgar García, para darme la triste noticia de la muerte de Noel Chaverra Pino.
Minutos después cuando abriendo mi intervención, evocándoles a los compañeros presentes las transmisiones a través de Radio Ciudad de Cali en compañía del colega fallecido, no pude evitar llenarme de una emoción que contagió al auditorio logrando que los aplausos de solidaridad, se convirtieran en voces de estímulo para continuar con mi charla.
Hubo ese día momentos especiales de mi participación, especialmente por el hecho histórico de que según el Presidente del Colegio de Periodistas del Valle del Cauca, hacía muchos años una convocatoria de una agremiación periodística no contaba con tanto apoyo.
Allí estaba yo, llorando por dentro pero lleno de una nostalgia festiva y dicharachera como fue la vida de mi amigo fallecido. Allí estaba frente a los paisanos de María y de Efraín héroes de mi adolescencia descritos fascinantemente por la pluma mágica de Jorge Isaac.
Allí estaban ellos los que juran que el Grupo Niche es mejor que el Gran Combo; ellos los que aman hasta el delirio al Deportivo Cali y al América. Ellos aplaudieron mi intervención varias veces y es allí cuando comienzo a preguntarme como había llegado hasta allí y cómo de ser un muchacho campesino con aspiraciones a poeta y cantante vallenato, hoy compartía orgullosamente escenario con el Presidente del Fondo Nacional de Ahorro, Ricardo Arias, figura emblemática del Gobierno del Presidente Santos .
Hacia unos pocos días había estado en el despacho del Vicepresidente Angelino Garzón recibiendo uno atención especial, por eso allí de pie ante ese auditorio me seguía preguntando: ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Quién había sido mi mentor? ¿Quién había amamantado mis sueños y mis ilusiones de muchacho imberbe y fastidiosamente revolucionario?
Y por todos lados aparecía un nombre moldeado en letras de oro para mí: Noel Chaverra Pino, ‘el picaflor de las pampas chocoanas’.
Una historia popular y deportiva
Corría la década de los años 70, y se acercaban cual caballo desbocado los 80 acabando con la hegemonía de Oscar Golden, Sandro y Piero; Millonarios, Santa Fe, Deportivo Cali y América mandaban la parada en el futbol profesional. En el boxeo se nos iba Caraballo y Mochila y despuntaban dos grandes campeones mundiales: Kid Pambele y Rodrigo Valdés. En el ciclismo Cochise y Pachón eran indestronables. En el atletismo Víctor Mora y Domingo Tibaduisa ganaban grandes pruebas como San Silvestre.
En el vallenato aparecía Jorge Oñate pero ya venían por él Poncho, Diomedes y Rafael Orozco.
En ese panorama del país, contado aquí ligeramente aparecía por la isla de San Andrés Gabriel Salcedo Román de la mano de Wady Bedran y Los Soneros de Gamero con Irene Martínez.
De salida, Chaverra Pino cuando me vio animando en la tarima del Barrio Obrero, me puso el ojo y no solamente se convirtió en el mentor del futuro narrador que conoció Colombia, sino que se convirtió en el hermano mayor que nunca tuve. Hoy me atrevo a decir que después de mi madre, él junto con mi esposa Gregoria y mis hijos son las figuras más significativas de mi vida.
Noel me metió en la cabeza que yo tenía todas las condiciones para ser un narrador deportivo de reconocimiento nacional, tal como lo había hecho con Erwin Oneill, Robinson Suarez y Argelio Pomare, creo honestamente que lo consiguió, gracias a él me pasee por muchos escenarios deportivos de Colombia, gané dinero, conocí gente y he llegado a ser una persona representativa en todas partes donde he vivido.
Las virtudes con que nací y que ayudó a cultivar Noel, han estado por encima de mis vicios, por eso mis enemigos no han podido conmigo, Noel siempre me lo dijo: “distínguete y serás distinguido”, esa expresión me la dijo hasta en los últimos días de su existencia.
Con Chaverra hicimos la primera transmisión desde el continente que históricamente se hizo para las islas, la hicimos a través de la inolvidable Radio Morgan de Samuel Duque, pionero y padre indiscutido de las comunicaciones radiales en el archipiélago.
San Andrés logro escuchar a través de este primer encuentro radial entre las islas y el continente, las incidencias del Campeonato Nacional de Beisbol de categorías mayores en Cartagena, en donde nuestro equipo se convirtió en subcampeón de Colombia por primera vez.
Recuerdo que 20 minutos antes de arribar a las islas veníamos transmitiendo para Radio Morgan desde la cabina del piloto, Samuel recogía en el bafle de la torre de control la información y la mandaba por teléfono a la emisora. Cuanto diera hoy a pesar de tanta y maravillosa tecnología porque esos años volvieran.
Con Noel y con nuestras transmisiones los fanáticos de los diferentes deportes, especialmente el beisbol comenzaron a apostar por los nuestros y se acabó la supremacía de los hinchas de Bolívar en el Estadio Wellingwourth May
Maravillosa época en la cual me tocaba entrar y salir del estadio en la tanqueta de la policía. Recibí algunos puños pero yo di otros en nombre de la identidad y del sentido de pertenencia que Noel y yo teníamos por los equipos nuestros.
Como en la historia de Escalona con el pintor Molina, Noel también a mi me enseñó a beber y como buen picaflor también me indujo en el maravilloso arte del piropo, lo cual me dio mis buenos resultados.
Noel era un regalón que no solamente conseguía para él, sino para todos, por eso será recordado como un gran amigo, como un gran educador, pero especialmente como un maravilloso ser humano.
Por Gabriel Salcedo Román