Por mucho tiempo en los resultados electorales prevalecieron liberales y conservadores, con sus partidos tradicionales que agruparon la gran mayoría de las pasiones políticas bajo los colores rojo y azul dominantes, que con otros de izquierda y derecha minoritarios formaron el firmamento de la expresión democrática colombiana.
Hace ocho años irrumpe el presidente Uribe rompiendo paradigmas; llega al poder por fuera de un órgano de partido ante la necesidad de protección por el crecimiento de fuerzas armadas ilegales y de la disminución en la economía nacional.
Antes hubo intentos para llegar a la presidencia por fuera de los partidos más populares; el MRL con Alfonso López Michelsen, Nuevo Liberalismo con Luis Carlos Galán, Sí Colombia con Noemí Sanín, los más notorios recientemente.
Lo de Alvaro Uribe Vélez es único y arrastró a liberales, a conservadores en pleno y a muchos votantes con o sin partido en una ola carismática que después, ya en el ejercicio del poder ejecutivo origina la formación de partidos como la U, Cambio Radical y otros partidos fenecidos, vigentes y/o transformados, que hoy se autodenominan “uribistas”.
Conservadores, liberales y partidos de izquierda en Colombia, obtuvieron adeptos y seguidores en torno a sus doctrinas políticas que han predicado durante cerca de doscientos años.
El presente panorama muestra hasta ahora una tendencia debilitada de los partidos tradicionales en las encuestas electorales y al mismo tiempo un mesianismo en la escogencia de preferencias en la política, que genera inestabilidad e incoherencia en el manejo de la cosa pública y que dice poco de la proyección y el futuro del Estado Colombiano.