No se ha hablado mucho, al menos en público, en relación con los efectos que producirá en Coralina la determinación del gobierno nacional de intervenir de las CAR. Los cambios decretados puede que sean necesarios para otras corporaciones, pero la del archipiélago merece una atención distinta pues la autonomía de la que goza la entidad isleña no ha sido despilfarrada hasta ahora.
Por lo contrario, sus actuaciones y determinaciones oficiales han merecido el reconocimiento de la comunidad internacional. Colombia ha recibido tantísimos declaraciones exultantes en materia ambiental, gracias al trabajo serio y disciplinado de la entidad insular. Lastima que el país político no vea estos avances y meta en un solo saco a todas las corporaciones regionales.
El desastre provocado por el rompimiento del canal del Dique, las inundaciones por causa del desbordamiento de los ríos Magdalena, Cauca, y Sinú, son razones valederas para proceder como se hizo en el resto del país, pero no en San Andrés y Providencia donde se han cuidado de no fallar. Es absurdo, por decir lo menos, que esta institución, que ha hecho bien la tarea, venga a pagar los platos rotos. Estamos a la espera de que las autoridades del departamento insular tomen cartas en el asunto y consigan del gobierno nacional la decisión de revertir dichas medidas, ya que la autonomía de Coralina no está en tela juicio sino la de las otras.
No es comprensible ni políticamente correcto que el presidente de la república venga en estos momentos a postular al director (a) de la corporación isleña, si nunca ha habido problemas por eso acá. Tampoco es saludable que Coralina tenga ahora que someterse a otros criterios administrativos cuando la forma como lo ha venido haciendo desde su existencia ha sido buena. La comunidad isleña tiene la palabra.
COLETILLA: “El poder no corrompe, desenmascara” Rubén Blades.