Me gusta la palabra expresidente: Tienes que ser rara como yo para tener, por ejemplo, expresidentes favoritos. La mayoría de la gente tiene colores favoritos, actores favoritos, cantantes favoritos, incluso autores favoritos, a mí me caen bien los expresidentes.
Me gusta la figura, que está en el pasado, se aparece fantasmagóricamente en el presente, y se anuncia irrisoria en el futuro.
A mí me gustan porque parecen tenerla clara todo el tiempo, saben que es lo que se debería hacer, cómo y con quien, lo que es evidente, es que no saben cuándo… O si no lo hubieran hecho ellos cuando no eran expresidentes.
Como se vuela una cometa… y los invito a hacer el ejercicio, cuando usted vuela una cometa, primero pasa un tiempo preparando los materiales, planeando la figura aerodinámica perfecta, pide tela para la cola, busca la pita, pega los palitos, luego sale de su casa buscando el viento, se aguanta la arena en los ojos, corre como un pendejo con la pitica en la mano levantada, y cuando la cometa se decide y se remonta, en ese momento, aparece un tipo que se acaba de levantar a decirle que lo está haciendo mal, que le preste la cometa que él si sabe, porque el elevaba cometas cuando era chiquito…. en una palabra un expresidente.
También me gusta esta palabra: sospechoso… porque no se es necesariamente culpable, pero se es sospechoso, y sospechoso es alguien que va por la vida siendo feliz... y ¿feliz porque?, algo hizo. Sospechoso es alguien que se queda callado y sonríe, sospechoso es quien avanza sin mirar mucho a los lados, sin perder el tiempo perdonando. Es que el que te olvida y continúa… sospechoso. Sospechoso es el que nadie ha visto, pero debe ser. Yo me considero sospechosa.
Me gusta la palabra crepúsculo, y me gustaba antes que los vampiros me la robaran, me gusta esa sensación vacilante de estar entre el día y la noche, me gusta la indecisión de la mañana, me gusta que sea así: crepuscular. Pero al mismo tiempo es constante, viene diariamente y lo notes o no, se aparece siempre.
Desparpajo: está siempre entre mis favoritas, me suena a un raspado de emociones, a reírse duro, con ganas, al viento, despelucada, sin miramientos, a que se le vean a uno los dientes cuando se acuerda de ese momento en el que fue feliz. El desparpajo debería ser una ley.
Una de las buenas es sabroso, lo que sea sabroso es bueno, y sabemos que habla mi oralidad, pero lo sabroso es efímero, etéreo, atemporal, lo sabroso desde un abrazo hasta un asado, es complaciente, amoroso, familiar. Me gusta la boca de las personas que quiero cuando dicen sabroso.
Me gustan también las libélulas y la palabra que las nombra, no se puede decir libélula y estar triste, en inglés por ejemplo, es un dragón. En serio… hay que ser narciso si una vainita de ese tamaño se llama dragón. Por supuesto, yo creo que soy una libélula.
Pero la que más me gusta es pasaporte, porque significa que me voy, o que vuelvo, significa que conozco, que me aviento, que está vacío como un libro de recuerdos, que lo quiero lleno para que cuente un cuento. Un pasaporte es la llave a un mundo que yo no he descubierto, que me quiere viva para que me pierda al viento.