Desde 1982 en el Movimiento Amplio de Reivindicación (MAR) de San Andrés y Providencia, un grupo de inquietos soñadores imaginamos un archipiélago verde, próspero, sostenible y sustentable.
Hoy no existimos como tal, pero varios asuntos principales que ocuparon nuestra atención desde esos días -como el incremento desbordante de la población, el deterioro del medio ambiente (marino y terrestre) y lograr una actividad económica perdurable-, son válidos para comentarlos.
Las necesidades de arena se satisfacían con la existente en el medio, o sea con la arena de origen coralino. Aunque se promulgaron normas que prohibían extraer la arena de las playas, esas prácticas continuaron hasta noviembre de 1990 cuando el gobernante decretó la prohibición del uso de arena de origen coralino en todo el archipiélago so pena de tener que demoler lo construido, además de ser multado cuantiosamente.
Con éste decreto en mano, los oficiales de gobierno controlaron a los constructores compradores de arena y una buena cantidad de pobladores que se dedicaban a sacar arena de las playas clandestinamente no tuvieron más a quien vender esa arena, acabando así con esa actividad ilícita en las islas.
De las paradojas de la época, algunos afectados organizaron una gran marcha para protestar contra el decreto gubernamental que prohibía el uso de la arena coralina y en ella estuvieron presentes muchos líderes y dignidades de la política local de aquel entonces.
Cabe anotar que la extracción de arena de las playas era ilegal desde tiempo atrás pero a pocos les importaba y no se obedecía. También se había establecido –en el colmo de los abusos ambientales- una especie de concesión a un empresario para que dragara arena del mar con fines comerciales, durante varios años.
Fueron miles y miles de toneladas de arena que se arrancaron de las playas y del mar de estas islas para todos los menesteres, para pavimentación de calles, para construcciones y edificaciones de todo tipo, con las consecuencias a la vista: edificaciones que están en deterioro y deben ser demolidas y las playas hoy desaparecidas con el mar reclamando hasta las carreteras costeras.
Se causaron daños irreparables y aunque esas herramientas jurídicas fueron posteriormente compiladas en una ley de la república (*), nos dolerá mucho más ante los cambios climáticos que están ocurriendo en el planeta.
La sobrepoblación
El control al poblamiento fue expuesto, aunque tergiversado por la competencia electoral, quienes advertían a los votantes que nuestra intención era solo la de sacar a la gente de las islas. Nada más mezquino, y sin embargo, se lograron normas, aunque faltan políticas efectivas que protejan al medio ambiente marino y terrestre de este archipiélago de los daños que produce el exceso de poblamiento humano.
¿Cómo lograr actividades que alcancen un desarrollo económico acorde? Actividades sostenibles y sustentables, de largo plazo, que integren la ruta deseada que aporte beneficios al territorio y a sus habitantes? El comercio es una actividad económica complementaria, no es una industria, depende de otros factores externos e internos de la nación y aunque a veces se obtienen incrementos en sus ingresos, no se han reflejado superlativamente en el desarrollo que necesitan las islas.
Tenemos que proyectar, pensar en el futuro, cambiar el rumbo de nuestro destino, esto no pinta bien. La economía debe incluir a la cultura, a la educación, a la identidad, y debe erradicar la desigualdad, la inseguridad y la discriminación.
Kent Francis James
(*) Ley 47 de 1993
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