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Intriga de amor en la casa del Florero

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GABRIEL.SALCEDO Caminando por la carrera séptima de Bogotá, quise aprovechar parte de mi tiempo y olímpicamente me colé a la Casa del Florero y en cada pared, en cada piso, encontré parte de esta crónica. Me fui al balcón en donde seguramente la bella mujer de Llorente retozaba en las tardes lúgubres de la Santa Fe de 1810.

Estuve en el cuarto de donde la señora seguramente se desnudó, estuve en la cocina en donde ordenaba las viandas para su familia, estuve frente al tocador donde se peinaba y me fui a la fuente del patio donde jugaba con sus hijos. Saqué lápiz y papel y un fantasma se me sentó al lado y me ayudó a escribir  esta crónica.

Llorente es quizás el apellido español más famoso de Colombia, pero también el más desgraciado, la historia del famoso florero así lo ha querido. Lo peor de todo es que la casa del acontecimiento quedó también hechizada, y los dueños sufrieron una especie de estigmatización porque aunque usted no lo crea, Llorente vivía alquilado.

Todo el mundo habla de Llorente pero nadie de su familia. El comerciante español, era el marido de una de las mujeres más lindas y atractivas de la Santafé de Bogotá de la época. Y no hubo quien en la fría, colonial y pacata ciudad, no apostó que en el tema del florero hubo otros ingredientes que inmiscuían a la mujer del pobre Llorente.

Un agudo cronista de la época llegó a asegurar en uno de los pasquines que para esa época ya circulaban, que la mujer de Llorente, muy presta y muy maja -y para el cronista, hasta en forma coqueta-, salió a atender a los elegantes granadinos que no llegaron con ningún pretexto revolucionario como dice la historia, sino a enamorarle la mujer al comerciante peninsular.

El hidalgo español al darse cuenta de la premura con que su mujer atendía a los americanos les habría arrebatado el florero de las manos entre insultos y empujones. Y fue precisamente ese el momento en que los visitantes de la tienda intervinieron y comenzaron a reclamarle a Llorente.

Así, de los insultos se fueron a las manos, el comerciante trató de amparar el florero y cual balón de basquetbol se lo lanzó a la mujer y esta, llena de nerviosismo, lo dejó caer. A partir de ese momento y más o menos durante tres minutos aproximadamente, Llorente recibió una paliza de la cual lograron rescatarlo los dependientes de la tienda y su mujer, quienes terminaron tirándoles a los agresores los pedazos que quedaron del famoso florero.

Lo que no hemos podido establecer es si la mujer de Llorente era simplemente una española amable, o una casquivana que sin quererlo, o de pronto queriéndolo, hizo pasar a la historia a su pobre marido. Esa misma tarde los Llorente se fueron a proteger en la casa del acaudalado señor Maldonado, el real propietario en esa época del ahora famoso inmueble conocido como La Casa del Florero.

La famosa casa museo de ahora, en la cual se bañó y se vistió la bella dama, fue igualmente victima de la furia liberal el 9 de abril del año 1948, tras la muerte del caudillo Liberal Jorge Eliecer Gaitán.

El balcón donde seguramente tejía por las tardes la mujer de Llorente, y desde donde espiaba el paso del intruso americano que a lo mejor la desvelaba, fue de lo poquito que quedó en pie; como para recordarle al tiempo que allí retozó con vestidos de la época, una bella señora olvidada y quizás la única persona realmente responsable del famoso suceso del 20 de julio de 1810.

De Llorente y su mujer no se volvió a saber nunca más, la historia que nunca los ha olvidado no fue capaz de seguirles los pasos.

Por allá escrudiñando en anaqueles de libros viejos me encontré unos Llorente, que habían llegado en 1812, procedentes de Zipaquirá de la Nueva Granada a Santo Domingo en la República Dominicana. Estoy casi seguro que fueron ellos. El libro se llama 'Migraciones Granadinas al Caribe' y en él, hablando de los Llorente llegados del Nuevo Reino de Granada, se decía que a los pocos días de haber arribado el jefe de la familia con su prole, su mujer lo había abandonado con un rico hacendado cultivador de caña de azúcar.

Si es el Llorente del florero del 20 de Julio, como pienso yo, de nuevo le tocó picar caña. Y todo por tener una mujer elegante, bella y seductora, que lo hizo pasar para siempre a la historia de mi patria.

Última actualización ( Domingo, 02 de Enero de 2011 12:12 )  

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