Para la mayoría de las personas, diciembre es el mes más esperado del año. Es la época en que la familia se junta y los ausentes retornan. La razón es que no hay otro momento donde los sentimientos predominen. Disfrutar de sus noches luminosas y coloridas es algo difícil de rehusar. Por tanto, diciembre es el mes de lo fantástico. Eso lo sabemos.
Pero nunca faltan los que creen que diciembre es solo para embriagarse y salir corriendo a toda velocidad en una motocicleta o un carro, sin considerar los riesgos a que se enfrenta en las calles y avenidas de la ciudad. O aquel que saca el arma, con o sin salvoconducto, para hacer tiros al aire en una irracional forma de agrandar la celebración de la navidad y el año nuevo. Este último pone en riesgo la vida de cualquier inocente a causa de una bala perdida. Que no es tan perdida cuando llega a matar a un ser humano.
A estos personajes son a los que hay que solicitar que guarden la compostura. Que aprendan de la experiencia ajena y respeten la tradición con modales adecuados. Vean que los niños son los principales protagonistas durante estos días, por lo que no hay que dar mal ejemplo. No pretendo que nos abstengamos de gozar estas fechas del modo en que mejor nos parezca, pero sí que tengamos en cuenta que “las reglas son para vivir sin sucumbir a las pasiones”, como decía León Tolstoi.
Este año diciembre estará pasado por agua, según los meteorólogos. Por lo tanto, los viajeros por tierra deberán tener cuidado en mayor forma al transitar por la carreteras del país; las autoridades aeronáuticas y las aerolíneas tendrán que afinar sus equipos de aeronavegación tanto en tierra como en el aire para evitar contratiempos. Los pasajeros deberán estar preparados para demoras imprevistas por causa de eventuales cierres de aeropuertos y suspensión de vuelos comerciales.
San Andrés, que es el destino turístico más importante de Colombia por excelencia, no está exento de estas eventualidades. Sin embargo, desde ya deseo que tenga una de las mejores temporadas turísticas de los últimos tiempos. La vitalidad económica de la industria sin chimeneas de San Andrés es requisito indispensable para el desarrollo social. Cabe anotar que por encima de este interés mío y de la comunidad, lo más importante es que sea una temporada tranquila, sin muertes en sus calles ni accidentes de tránsito, y sin sicariato. Digamos ¡no! a los tiranos de la paz y la concordia.
COLETILLA: “No hay que rozar la muerte o la enfermedad para tener apetencia de vida”
Nadím Marmolejo Sevilla