A continuación reproducimos las palabras del escritor, periodista y colaborador de EL ISLEÑO.COM con motivo de la presentación de su libro de cuentos ‘Todos los días no son iguales” en marco de la V Semana Raizal en la ciudad de Bogotá.
Buenas tardes… Quiero, en primer lugar, agradecerle a cada uno de ustedes, en especial a la comunidad raizal de San Andrés, Providencia y Santa Catalina que hace historia en Bogotá, la ocasión que me brindan de presentar mi libro de cuentos “Todos los días no son iguales” en el marco de tan importante certamen.
A decir verdad, la magnitud de la generosidad que contiene este gesto no es comparable con la cortedad del eco que hasta ahora ha tenido la obra en mención. De todas maneras, contar con tan selecto auditorio representa de algún modo para mí la justificación del tiempo consagrado a la soledad del trabajo literario, al aislamiento de la amistad, a la renuncia del asueto, y a la nostalgia por la familia, que cualquier artista aguarda como lo hace la flor al colibrí. Y mi gratitud es tan profunda que no olvidaré jamás el honor que significa estar aquí, convencido de que tal privilegio excede mis méritos personales.
Todo ser humano, y con mayor razón un principiante escribidor como yo, aspira que se reconozca su labor. Pero, sinceramente, me causa cierta especie de pánico estar frente a ustedes sin más armadura que una obra literaria apenas en desarrollo y acaso inmadura todavía para considerarla digna de colocarla en plena luz. En otras palabras, creo que estoy metido en la grande. Pero ya que no hay forma de echar reversa, haré mi mejor esfuerzo para contarles acerca de los pocos pasos que hasta ahora he dado en la tierra de las letras.
Este libro de cuentos que traje para compartir con ustedes esta tarde, fue impreso por Ediciones Antropos de Bogotá en agosto pasado, gracias a un mecenas harto generoso al que nunca podré pagarle semejante prueba de amistad. Contiene una selección de 14 relatos, que ocupan 88 páginas, algunos con el trasfondo de la violencia política que azota a Colombia desde hace más de cuatro décadas. Ya por lo visto en progresivo declive, por fin. Y otros con la sugerencia de entornos propios del archipiélago que sirven de escenario a historias que se forjaron en mi mente durante el largo periodo en que ejerciera el periodismo radial y escrito allá.
El cuento titulado “La medalla del rasta”, que hace parte de esta edición, quise que fuera el reflejo de esa mágica impresión que guardo de las islas. Narra la aparición del cantante jamaiquino Bob Marley en una playa de San Andrés, con su melena envuelta en un gorro de lana con los colores de la bandera de su país y portando una guitarra. Allí se encuentra con un personaje isleño, cuyo nombre de pila es el resultado de haber sido yo un empedernido seguidor de The Rebels, grupo al cual perteneciera un músico con un onomástico parecido, que sólo se percata de quien se trata el ignoto individuo cuando descubre —luego de escabullirse de su lado— que la medalla que le regalara antes de partir para congraciarse con él, era la misma que las Naciones Unidas le había otorgado en 1978 al cantante de The Wailers en reconocimiento a su férrea defensa de la paz. Pero la felicidad de saber que estuvo con su ídolo, aunque fuera en aquellas circunstancias, jamás le fue posible compartirla con nadie pues corría el riesgo de que lo consideraran loco.
Con este relato he pretendido dejar constancia de la enorme cantera literaria que subyace en todos los rincones de San Andrés, Providencia, y Santa Catalina, y dar fe del grande amor y la irrefutable veneración que los isleños le tributan a la música reggae. Así mismo, dejar grabado los rasgos de una comunidad con características especiales a la que Colombia en general le debe mucho. En particular, su valioso aporte a la multiculturalidad de esta nación, que se constituye en el espinazo donde está soportada la diversidad que nos une, pese a que influencias migratorias han contribuido a debilitar tan riquísimo acerbo cultural.
Deuda que, aprovecho para decir, el gobierno nacional aún no logra pagar como corresponde. En la actualidad, por ejemplo, son muy altos los índices de desempleo de la juventud isleña que en su desespero ha caído en las pavorosas garras del narcotráfico, que poco a poco ha ido tomándose la cotidianidad de las islas como lo hace la marea cuando esta alta. Esta generación debe ser alentada a no caer en la tentación del dinero fácil con verdaderas oportunidades de trabajo sano y limpio. Nuestros jóvenes poseen desbordados ímpetus y talento que si se orientan en forma acertada el futuro, tanto en lo individual como en lo colectivo, no será igual al presente. Es hora de rescatar la pujanza, la visión fabril y la condición de gente buena que los ancestros raizales cultivaron con denuedo y consagración.
Este libro de cuentos es un recorrido por la vida, el amor, la soledad, las relaciones prohibidas, las pasiones humanas, la injusticia, y la muerte, vista desde un ángulo propio. El relato titulado “El amante de la maestra”, publicado en el mes de Junio de 2009 por la revista en formato digital de Nueva York “Noticias Literarias” y que da apertura a este compendio, narra la historia de una profesora de bachillerato que se ve obligada a trabajar en un lejano pueblo asediado por grupos insurrectos, a los que ve pasar impávida frente a su casa por las tardes antes de cada masacre. En ese ambiente de permanente alarma tiene tiempo para el amor, que de la manera más insospechada la asalta en su propia cama una noche en que la tragedia aflige aquella comarca desamparada por la autoridad y el orden.
Más adelante, el cuento “La aventura del presidente” relata las circunstancias en que un Jefe de Estado revela su condición homosexual delante de un joven y hercúleo camarero del hotel donde se hospeda para presidir una cumbre de mandatarios de la región. Es tal el arrobamiento que le produce el muchacho cuando lo ve, que no hesitó en dejar de lado sus ocupaciones oficiales para dar riendo suelta al otro ser que incubaba silenciosamente y al deseo reprimido de la carne. Ya algunos lectores han inquirido, picados por algo más que simple curiosidad, si este caso sucedió en la vida real o me lo contaron. En otros términos: quieren saber si es verdad. Pues me toca contestar, ahora que tengo la oportunidad propicia, que “el género novelesco no ha nacido para contar verdades, estas, al pasar a la ficción se vuelven siempre mentiras” que es la misma respuesta que diera el recién galardonado premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa cuando le preguntaron si la relación de amor que retrata en su novela “La tía Julia y el escribidor” era verdad.
Lo que hay en ambas obras es un caso de la vida irreal, diría yo.
En “La multitud aberrante”, cuento publicado en la edición digital número 217 de la revista literaria de Venezuela “Letralia” el 6 de septiembre de 2009, un levantamiento popular bajo el influjo de la rabia sorda que le produjera las actividades artísticas de un inquieto y joven pintor termina con el linchamiento de este último en plena plaza pública, como en las épocas de la inquisición, sin que nada ni nadie hubieran podido detenerlo. Un suceso que resalta la sinrazón en la que puede caer una multitud que se resiste a darle paso a los nuevos conceptos que el arte y la juventud siempre traen consigo. Como cada día trae su afán.
Por último, el cuento titulado “La huida de Marx y Engels” narra la rebeldía de todo un pueblo contra la acción de dos muchachos inocentes que se limitaron a cumplir la última voluntad de su padre de enterrarlo subrepticiamente en el cementerio eludiendo la tradición. Ellos, cuyos nombres son en honor a los creadores del socialismo al cual se convirtiera su progenitor luego de culminar la carrera naval, se ven obligados después a abandonar el pueblo al ver amenazadas sus vidas tras detectar que sus coterráneos injustamente los consideraban parricidas.
Este es parte del contenido de esta primigenia obra literaria que pretende humildemente formar parte de sus días y sus noches de lectura, pero en especial desviar un rato su atención de la terrible realidad y llevarlos de la mano al mundo sin fin de la imaginación y la reflexión, por qué no.
René Descartes, el filósofo, dijo:
—Lo que he aprendido carece de valor comparado con lo que ignoro y desespero en aprender —Confío, entonces, en que mi voluntad no se fatigue en lo que resta de éste camino largo de continuo aprendizaje que espero recorrer sin las ansias que provienen de la flaqueza humana por la notoriedad y los laureles. Se que después de cada logro hay otro desafío, y es esto último lo que me impone la actual coyuntura.
En fin, les presentó este libro de cuentos que no persigue otra cosa distinta que ser un amigable compañero de viaje en esta barca celeste de la que nunca quisiéramos bajarnos. Naturalmente, deseo, como todo padre desea a los hijos que van tras su destino, que de ahora en adelante pueda valerse por sí solo. Mejor dicho: simplemente espero que les guste. Muchas gracias.
Por Nadím Marmolejo Sevilla