Aliento de vida en el mar ‘de los siete colores’

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Este lunes llegaron a San Andrés 21 niños con cáncer, miembros de la Fundación Sanar de Bogotá; una experiencia denominada ‘Siete colores de la esperanza’ que busca devolverles la autonomía general a estos pacientes y que recarguen baterías, tanto ellos como sus cuidadores, para continuar con su tratamiento (Fotos: archivo). La aerolínea Wingo los transportó y el Hotel El Dorado los alojó.

Elizabeth Campos, directora de la fundación, le dijo EL ISLEÑO que este viaje es el número trece que realiza la entidad y que le brinda a pacientes en tratamiento activo en la fundación la oportunidad de conocer por primera vez los azules del mar de la isla.

“Esta actividad se realiza como apoyo psicológico al tratamiento de estos menores; son acciones terapéuticas para que recuperen su autonomía, para que compartan con otros niños que tienen esta enfermedad y para que sientan que no están solos, porque se sienten muy amados en estos días en la isla. La oportunidad de recobrar energías es también para sus padres y cuidadores, quienes aprovechan el viaje como un espacio de reflexión y descanso”, explicó la directora.

Gracias a la vida

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Como dato a resaltar, en esta edición Sanar trasladará por primera vez a tres niños naturales de Venezuela, quienes se encuentran desde hace varios meses en tratamiento en el Instituto Nacional de Cancerología en Bogotá; viajan también menores de Pereira, Cali y Boyacá, junto a pacientes de la capital de la República.

La fundación agradece el apoyo permanente, que por 13 años ha ofrecido el hotel El Dorado en materia de hospedaje y de las actividades recreativas. Además, a la aerolínea Wingo, a la Policía nacional que contribuirá al tema de trasporte desde y hacia varios sitios turísticos; y a la Oficina de Control, Circulación y Residencia (Occre), que ofreció la tarjeta de ingreso a la isla.

“Más allá de garantizar que esto los va ayudar en su tratamiento, a nuestros pacientes este viaje les da una nueva perspectiva de que pueden seguir soñando y que el mundo va más allá de sus hogares o del hospital; además, independiente de cómo se resuelva la enfermedad, los menores descubren que existe ‘el hoy’ y que es posible seguir siendo niño, continuando con la vida lo más normal posible. También nos enseña a nosotros… que hay que vivir el ahora y disfrutar de la vida”, concluyó Campos.